Más de 300 kilómetros recorrió en autobús Jimmy Canabal Cabrales, desde el corregimiento de Sempegua, en el municipio de Chimichagua, hasta Valledupar para mostrar los canastos que teje a base de bejuco de agua, rescatando una tradición ancestral que le permite obtener ingresos económicos para sostener a su familia.
Aunque anteriormente se dedicaba a la pesca en la ciénaga de Zapatosa, desde hace 20 años el artesano vio en la fabricación de cestas una oportunidad para mitigar los impactos de la contaminación ambiental mientras preserva su cultura.
“Estoy trabajando las artesanías porque es una manera rentable de vivir y también porque que es una contribución para la reducción de la bolsa plástica porque si una persona tiene un canasto de mercar lleva poquitas bolsas a la casa y es una contribución para reducir la contaminación”, dijo Canabal Cabrales a EL PILÓN.
Su oficio lo aprendió en la Sierra Nevada de Santa Marta cuando indígenas le enseñaron a elaborar estos productos para recolectar café, guardar la ropa y hacer mercado; así como botellones para flores, que sirven como decoración en las casas.
SU SUEÑO: AMPLIAR EL NEGOCIO
Son alrededor de tres horas que invierte Jimmy Canabal tejiendo los canastos que luego comercializa en $25.000 y $80.000, pero su objetivo a mediano plazo es expandir su negocio para que más personas puedan adquirir sus artesanías.
“Pienso ser un artesano grande para ayudar a mi comunidad y generar trabajo para muchas personas. Voy a hacer canoas porque nosotros vivimos en una ciénaga y la tradición es pescar; también vamos a fabricar botes, chalupas y piraguas. Ya estoy trabajando el totumo porque es una materia prima que se está perdiendo y aunque muchas personas vean los árboles y no les den importancia, nosotros con ese material podemos hacer grandes cosas, al igual que con la madera y el bejuco”, afirmó.
Para materializar ese sueño sembró árboles de totumo y bejucos en la zona rural donde reside y de esa manera garantizar la materia prima de sus productos. Además, se ha dado en la tarea de enseñarle a su esposa y demás familiares este arte que ha convertido en su principal actividad económica; ellos lo ayudan a cortar los palos de bejuco para después pelarlo y empezar a hacer ‘magia’ con sus manos.
A RESCATAR LA TRADICIÓN
Jimmy mencionó también que una de sus metas principales es rescatar la tradición de los tejedores, asegurando que se está perdiendo en la sociedad actual. Por eso planteó que entidades como la Gobernación del Cesar organicen en los colegios actividades para que artesanos como él puedan mostrar sus productos y explicarles a los jóvenes el proceso de elaboración de cada uno de ellos.
“Los primeros canastos que hice me quedaron horribles, pero he mejorado la técnica y hace como cinco años me he dado cuenta que esta tradición se está perdiendo. Por eso quiero rescatarla. Ojalá que la Gobernación del Cesar o alguna entidad me ayude para más tarde llevar esto a los colegios y que la gente vuelva a la época de antes porque esto lo comenzaron los antepasados y esa tradición ya se está perdiendo”, señaló.
Con emoción aseguró que más personas se han unido a esta iniciativa y que uno de sus grandes sueños en ayudarle a su comunidad con sus artesanías.
Jimmy Canabal Cabrales fue uno de los 40 artesanos que participaron en la primera Feria Artesanal de Etnias que realizó la Gobernación del Cesar el pasado 3 de septiembre en Valledupar, acaparando la mirada de los asistentes por la forma enérgica en la que tejía sus canastos.
POR: CARMEN LUCÍA MENDOZA CUELLO/ EL PILÓN.