Por: Jacobo Solano Cerchiaro
Cuando se habla de renacer se piensa en un nuevo horizonte con líderes jóvenes, carismáticos, que promuevan un partido moderno e incluyente que defienda las libertades públicas, represente lo social y el Estado de derecho, que piense en las regiones y sea una alternativa de cambio al caos político que se vive. Sin embargo, es difícil pretender esto, en un partido que se quedó sin propuestas, ni sustancia ideológica, dominado por las mafias politiqueras de siempre, encausadas en dos corrientes, el gavirismo y el samperismo, dos movimientos que francamente le deben mucho al país, pero no se resignan a desprenderse del manejo de los hilos rojos: Gaviria, aterrizó en la Presidencia de la Republica sin credenciales, únicamente por el sentimiento de solidaridad que motivó la muerte de Galán y demostró no tener entereza ni sapiencia para gobernar. Y Samper, que no pierde vigencia, aunque el fantasma del 8000 lo persiga invariablemente; ni siquiera las contundentes declaraciones de William Rodríguez, miembro del cartel de Cali, logran hacer mella en él, ni en Serpa, que son quienes dominan la colectividad; con razón César Gaviria puso el grito en el cielo, al sentirse defraudado en el último remezón de gabinete.
¿Cuáles son las figuras del renacer liberal que están ocupando altos cargos? Juan Fernando Cristo, Presidente del Congreso, quien todavía no ha explicado su participación en la campaña Samper Presidente. Alfonso Gómez Méndez que debía ya estar jubilado, pero llega al gabinete como el gran salvador, sin responder por qué engavetó el proceso 8000 cuando fue fiscal. Amílkar Acosta, un cadáver político y severo crítico del gobierno, que al ser nombrado Ministro, cambia radicalmente sus posturas, porque como dice nuestro presidente “los únicos que no cambian son los imbéciles” y más, si hay un jugoso salario de por medio. A lo mejor, el renacer está en el cabeza de lista al Senado, Horacio Serpa, un hombre que no le da espacio ni a sus hijos, como es costumbre en la política colombiana. O Vivian Morales con Carlos Alonso Lucio exguerrillero y luego asesor paramilitar. Los pocos jóvenes que se muestran son delfines: Simón Gaviria, que con su papel protagónico en la frustrada reforma a la justicia se auto-inmoló políticamente y, antes de someterse a un castigo en las urnas, prefiere esperar un ministerio en el próximo gobierno Santos (eso si se reelige) o Juan Manuel Galán, que hace política porque es hijo de Galán, pero de liderazgo poco. Ante la crisis de Cambio Radical, la división del Partido Verde, el debilitamiento del uribismo y las pocas expectativas de la U en las próximas elecciones; sumado al apoyo del presidente Santos, el partido Liberal toma un nuevo aire, corroborado en las elecciones atípicas que se han realizado a nivel regional, han logrado 10 de 13 posibles; razón por la cual, los políticos que se mueven como mujeres de bar, de acuerdo al mejor postor, comienzan a regresar al partido del trapo rojo. Esto no significa que haya un renacer, por el contrario, pienso que el partido retrocede y se torna más arcaico en su estructura politiquera, y en el Cesar ni hablar.