Por Luis Napoleón de Armas P.
Nos han vendido el concepto, desde el colegio, de que elegir y ser elegido es la base de la democracia; nada más alejado de la realidad.
Ni el elector tiene plenas libertades para elegir ni el elegido reúne las mejores condiciones para ser escogido. Por lo general, este es un actor disfrazado de candidato con una máscara de bufón y el elector suele ser un zombi con careta de ciudadano convencido de que él ganará si su candidato lo hace, pero siempre pierde ya que el único que gana es el elegido.
Algunos podrán recibir beneficios burocráticos o contractuales, una minoría, pero nada de la torta a repartir; sin embargo, es la sociedad en su conjunto la que asume los costos si el elegido carece de los valores éticos y morales. Es preferible una dictadura que esté sincronizada con las mayorías y esté en función de ellas que una pseudodemocracia para unos pocos.
En un proceso electoral como el nuestro, la mayoría de los vencedores no logra vencer ni por sus propuestas, ni por su perfil profesional, ni por su tradición de vida, lo hace por situaciones ajenas al juego electoral que son, en definitiva, las determinantes del triunfo; son estas las que le permiten reservarse el derecho de asistir o no a los debates con el resto de sus contrincantes para exponer sus ideas.
En nuestro caso, ni Elvia Milena San Juan, ni Ernesto Orozco expusieron frente a otros sus propuestas que nos cautivaran, quedamos sin conocerlas, pero ganaron. Si en este momento hiciéramos una encuesta para recordar qué propusieron para gobernar, apuesto gruesos a sencillos que pocos se acordarán. ¿Propuestas para qué si el voto es un producto que se consigue libre en el mercado? Esta prepotente manera de eludir la confrontación ideológica y conceptual acerca de lo público es la que nos tiene irredentos con los peores indicadores socioeconómicos del país porque no se pactan compromisos con la ciudadanía sino con los financiadores de las campañas.
Gobernabilidad le llaman a ese truco. Más, en esto no tuvimos la exclusividad, ocurrió en toda Colombia. Esta es una práctica que parece no tiene retorno, los métodos de ganar elecciones son perfeccionados y los costos más altos cada vez. Este es un país de mierda donde solo pueden subsistir los coprófagos y las cucarachas.
Otro elemento que le dan a la democracia es el hecho de mantener una prensa libre. ¿Libre de qué? ¿De hacer asonadas mediáticas? ¿De reservarse el derecho de producir amarillismo y falsas noticias? Infortunadamente, esa es la libertad informativa que defiende la FLIP.
Pero no todo es negativo en este carnaval llamado elecciones, sus enseñanzas sociológicas vale la pena aprenderlas; es durante este proceso donde afloran todas las flaquezas humanas; el homo es pérfido por naturaleza, la ley de la selva su doctrina; el sapiens en su proceso evolutivo aún comparte el 99% de su ADN con el chimpancé y sigue siendo caníbal. Aquí podemos identificar quiénes son nuestros verdaderos amigos y familiares; se dice que la sangre nos hace parientes, pero la lealtad nos hace familia. Por supuesto, nadie se entierra con sus amigos y familiares, ni siquiera con su propia madre, muchos tienen dependencias para poder vivir o sus familias y eso mata cualquier otra decisión. Pero el voto secreto nos permite ejercer un mínimo de lealtad, asumiendo que esta tenga algún valor, sin poner en peligro nuestra subsistencia; además, los puestos públicos son del Estado y no de los gobernantes.
De muchos de mis allegados por amistad o familiaridad con los cuales comparto WhatsApp nunca recibí un solo guiño de solidaridad, se me escondieron tal que no pude medir quiénes me acompañaron en la causa de Lina alcaldesa; asumo que lo hicieron y les agradezco. La presión sobre la ciudadanía por parte de los grupos de poder es tan intensa que el elector se siente amenazado; infundir miedo es el arma más poderosa en los procesos electorales y políticos. Por eso, el sistema electoral clientelista se debe modificar y cambiar por otro donde el derecho a la vida sea inmanente y agradable al homo y no una tragedia. Qué paradojas tiene la vida.