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El signo de arroba (@) no es lingüístico 

Por Jairo Cala Otero.

Aunque la Real Academia Española (RAE), que vela por la pureza de nuestro idioma, advirtió hace muchos meses que el signo de arroba (@) no es lingüístico, todavía hay hispanohablantes que siguen usándolo como elemento que supuestamente contiene las vocales ‘o’ y ‘a’ para referirse a los dos géneros gramaticales: masculino y femenino. Los necios no dejarán de existir, lamentablemente.

¿A los precursores de tal invento quizás les parezca muy normal? y ¿hasta simpático? transgredir la norma ortográfica. Sin embargo, es preciso advertir que en nuestro idioma no es correcto involucrar tales caracteres morfológicos en algunos vocablos. Nada tiene que ver ese signo de medida, que denota un peso equivalente a 11,502 kg., con la grafía de algunas palabras del idioma español. Ese disparate es semejante a confundir dos pelotas negras con dos negras en pelotas. 

Concretamente, el máximo organismo rector del español respondió que el signo de arroba (@), que algunas personas emplean en Colombia para significar que la palabra donde se lo use vale para palabras masculinas y para palabras femeninas, no constituye de modo alguno una letra. Por tanto, su uso es incorrecto, aunque sea clara la intención de resaltar la condición de los géneros masculino y femenino; y aunque la característica morfológica de @ parezca incluir simultáneamente a las vocales ‘a’ y ‘o’.

Los académicos respondieron así, desde Madrid (España), sobre la inquietud planteada: “Para solventar el problema de la pesadez que supone la repetición de cada uno de los apelativos en ambos géneros, circula la novedad de utilizar el signo de la arroba (@) como moción de género para referirse a ambos sexos, ya que, curiosamente, este signo parece incluir en su trazo las vocales ‘a’ y ‘o’. Con ello, en una misma palabra, se integran gráficamente tanto el nombre masculino como el femenino. Aunque este recurso no deja de ser ingenioso, hay que recordar que la arroba no es un signo lingüístico, y que este uso no puede considerarse aceptable en español desde el punto de vista normativo”. 

La “fiebre” por el uso del signo de arroba surgió de los movimientos sociales que defienden la diferenciación de sexo (que no de género). Lo replicaron rápidamente algunos diseñadores gráficos y se extendió, aunque sin llegar a volverse una epidemia, para fortuna y “buena salud” del idioma español. Para defender la igualdad entre hombres y mujeres, que tanto pregonan los ignorantes de la gramática, no está bien que se acuda a la imposición de normas ortográficas amañadas y sin sustento lingüístico. Tal actitud es tanto como si el hijo que no ha sido reconocido por su papá arremetiera contra él y le causara daño físico con la intención desesperada de que lo reconozca.

La Real Academia Española (RAE) también anota claramente: “Se olvida que en el lenguaje está prevista la posibilidad de denominar colectivos mixtos a través del género gramatical masculino, y que ello nada tiene que ver con la dominación de un sexo por otro”. Agrega, además: “En español, el masculino de los nombres apelativos, especialmente cuando se emplean en plural, tiene la particularidad de incluir en su designación tanto a seres de sexo masculino como femenino”. Se debe escribir, por lo tanto:  los niños, las niñas, no los niñ@s. Los amigos, las amigas, no los amig@s. Los hijos, las hijas, no los hij@s.

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