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El sicario: ¿Cobarde o valiente?

¿Qué piensa usted sobre la conducta de un sicario? El carácter homicida según la psicología criminal está presente en todos los seres humanos, quienes por un desequilibrio emocional transitorio podrían en un momento dado, causar la muerte a otra persona lo que lo convertiría claramente en un homicida, causando obviamente graves daños a una sociedad civilizada como la nuestra en la que desde el punto de vista teológico y legal es sencillamente reprobable y castigada.

Pero pese que el asesinato de una persona genera tanto daño a la sociedad, surgen algunas formas o modelos delincuenciales que poco o ningún interés tienen, y me refiero a la deplorable actividad sicarial. Este tipo de modalidad delictiva consiste en devengar un pago o un salario por atentar en contra de la vida de alguien sin importar quién es esta persona y el daño que se le estaría haciendo no solo a la sociedad, sino también a la familia, a la religión, a la ciencia entre otras.

El ser humano es una maquina perfecta y pese a los grandes avances científicos ningún invento de la ciencia ha podido igualar desde el punto de vista tecnológico, al ser humano.

Si analizamos lo que representa para la teología, la religión, el cristianismo, el ataque en contra de un semejante, desde el punto de vista social, resulta cuantitativamente incalculable el valor social de una víctima de sicariato y que decir del daño psicológico que se hace a las familias. Pensando en el costo de su formación y crianza durante el tiempo que esa persona vivió y cuánto costaron los aportes que esa persona hizo a la humanidad nos preguntamos: ¿Será que el asesino de Facundo Cabrales alcanzó a imaginar el daño que hacía a la humanidad al momento de apretar el gatillo? Pues no. Por esta razón y por otras más que abrazan la razón, es que no puede existir un hombre que se considere hombre que encuentre en la actividad sicarial una forma de vida.

Los sicarios tienen como común denominador atacar a su víctima a la mansalva o por la espalda, siempre haciendo gala de la ventaja que le ofrece portar ilegalmente un arma de fuego o lo más letal que le sea posible, y así atacar por la espalda, característica propia de un cobarde, quien jamás sería capaz de enfrentar a su víctima y mucho menos permitir su defensa.

Las sociedades civilizadas han incluido en sus legislaciones algunos favorecimientos para los homicidas cuando el crimen se de en legítima defensa y en proporcionalidad entre víctima y agresor. La historia cuenta que en el Oeste americano cuando el homicidio se presentaba entre dos hombres que se batían a duelo en igualdad de condiciones, armas y oportunidades, se recibían beneficios jurídicos que llegaban hasta la exoneración. Pero no ocurría lo mismo para quien atacaba o lesionaba a alguien por la espalda y socialmente era considerado un cobarde, un título tan humillante que nadie de la época querría portar.

Nuestra confundida y disfuncional sociedad actual confunde la cobardía del sicario con un acto de valentía, lo que obviamente permite la presencia en nuestras calles de este monstruoso modelo de hombres cobardes por doquier. Revisando los videos de cámaras de seguridad donde se registran ataques sicariales se podría observar el claro comportamiento de un cobarde.

Estudiando la siniestra figura del sicario he podido establecer que se trata de personas tímidas, retraídas, con grandes dificultades para integrarse a un grupo social, y establecer una familia y en gran porcentaje maltratada, que han sido abusadas sexualmente en su infancia.

Por esta razón, ser sicario es la actividad delincuencial más vergonzosa e infame en la que se pueda involucrar un sujeto masculino que absurdamente pretenda llamase hombre.

*intendente. Comandante Grupo Tránsito Municipal Valledupar.

Por César Augusto Díaz Echavarría

 

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