Si algo caracteriza el comportamiento de los precios del crudo es su volatilidad, que le es inmanente; como lo afirma Ahmed Zaki Yamani “los precios del petróleo suben y bajan, así de simple, es el ABC”. De modo que esta descolgada que han tenido los precios del petróleo desde mediados de este año no es algo inusual, lo que sí resulta sorprendente es que haya caído tanto en tan poco tiempo. En junio 16 de este año el WTI y el BRENT se cotizaron a US $107.95 y US $115.19 el barril, respectivamente y, a poco andar ya se estaban cotizando ambos por debajo de los US $70. Y la tendencia sigue siendo a la baja, pese al hecho de que esta última semana tuvo un ligero repunte, pero para situarse el WTI en los US $57 el barril y el BRENT apenas sí superó los US $62.
Mucho se ha discutido sobre la perdurabilidad de esta baja en los precios y sobre cuándo va a tocar fondo y sobre ello hay las más variadas opiniones. Lo cierto es que esta caída de los precios del petróleo era de esperarse, pues este, como todos los commodities, después de un largo ciclo, de casi una década, de un gran apetito por ellos en los mercados internacionales y una espiral alcista de los precios, todos ellos, excepción hecha del petróleo, vieron contraer sus mercados y derrumbar sus precios. Es lo que hemos denominado el cuarto menguante del boom minero–energético, atribuido en gran medida a la desaceleración de las economías emergentes, particularmente la economía china, la recesión de la economía de la Unión Europea y a la lenta recuperación de la economía norteamericana.
Sólo factores geopolíticos, tales como los conflictos en el Medio Oriente, las sanciones a Irán, la inestabilidad que llevó a reducir dramáticamente la producción petrolera de Libia, entre otros, explican la tardanza de la destorcida de los precios del petróleo. Superados en gran medida tales factores, se pone de manifiesto la preponderancia que empieza a tener los EEUU en el mundo petrolero, ya no tanto como el primer consumidor de crudo sino como el primer productor que empieza a ser, gracias a la revolución de los esquistos, la cual ha dado lugar a la reconfiguración del mercado petrolero. La OPEP, en estas circunstancias, se torna irrelevante, además de que ya, a duras penas, produce sólo el 30% de la producción mundial. Su reciente cumbre del 27 de noviembre, puso de presente la disparidad de criterios y de intereses en juego y terminó por imponerse la posición de Arabia Saudita, que está más preocupada por asegurar su porción de mercado para no perderlo que por la baja en los precios.
Ante el fracaso de Venezuela e Irán en dicha cumbre en su intento por recortar la producción y de esta manera tratar de frenar la caída del precio, este se precipitó aún más, sin que todavía haya encontrado su piso. Ellos se han estrellado contra la real realidad, que no es otra que la sobreoferta de crudo en el mercado, la cual se estima en dos millones de barriles, al tiempo que cae la demanda por el oro negro. EEUU, la primera potencia económica, no sólo ha aumentado su producción en más del 70% en los últimos cinco años, sino que además ha reducido su consumo y sus importaciones. China por su parte, en la medida que se desacelera su economía también demanda menos crudo.
¿Qué puede esperarse que pase en el 2015? La Agencia Internacional de Energía acaba de revisar a la baja sus proyecciones de demanda de crudos para el año entrante en 300 mil barriles/día, al pasar de 9´600.000 barriles a 9´300.000. Así las cosas, los países productores, entre ellos Colombia tendrá que ajustar sus presupuestos a esta nueva perspectivas de precios bajos, que impactará sus ingresos y también, como ya lo estamos viendo su tasa de cambio, pues mientras el precio siga cayendo el dólar se seguirá fortaleciendo.