Su gusto por el dulce lo llevó a dedicarse a la apicultura y hoy es uno de los mejores en la crianza de abejas y en obtener los productos que estos insectos son capaces de elaborar y recolectar, como es la miel.
A los 9 años de edad en El Carmen, Norte de Santander, Guzmán Quintero Pérez, encontró el oficio al que se dedicaría el resto de su vida.
“Por la violencia nos tocó desplazarnos a otra zona rural y allá había varias colmenas y el señor que estaba a cargo me pidió que lo ayudará, desde ese momento empezó todo”, recordó a sus 76 años.
Aprendió con las abejas españolas conocidas como Real o De Castilla, pero fueron desplazadas por las africanizadas, al tener estas últimas una producción 10 veces mayor.
Es empírico, aunque ha recibido capacitaciones en el manejo de colmenas por su vasta experiencia en la actualidad es uno de los maestros de la apicultura en el Cesar, asesorando proyectos con comunidades indígenas y cultivos técnicos de maíz, arroz y sorgo, a través de la polinización.
La crianza de abejas no era una práctica común en este departamento pero crece con los conocimientos que ‘El señor de las abejas’ imparte con apoyo de autoridades ambientales.
“La apicultura tiene futuro en esta región por las tierras que están recuperando los indígenas y las capacitaciones a comunidades en la zona rural”, afirmó Quintero.
‘El señor de las abejas’, así lo llaman por su trabajo y así aparece en la marca de su empresa familiar que comercializa miel, cera, propóleo y polen en la transversal 24 con 18C-16 del barrio Los Fundadores de Valledupar.
Guzmán se prepara para la mejor época para la producción de las abejas, entre marzo y abril, temporada de enjambrazón como es conocido el proceso biológico de reproducción de estos insectos, imprescindible para la conservación de la especie.
De una colmena salen dos o tres enjambres más y esas son las que vemos en algunas casas, edificios y árboles de los diferentes sectores de la ciudad.
“Este sistema de las abejas es comparable con el capitalismo de nuestra sociedad, acumulación de riquezas para las épocas de escasez. Ellas guardan alimento para las épocas en que difíciles”, explicó.
En esta capital ya cuenta con cien colmenas distribuidas en fincas del sur y en poblaciones aledañas como Valencia de Jesús y Las Casitas, donde produce cerca una tonelada de miel al año.
Las bondades de la miel por sus propiedades curativas son evidentes a través de la historia con su uso en remedios caseros y en la industria farmacológica.
Pese a su producción de ‘El señor de las abejas’ de otros apicultores, en Valledupar hay una producción de miel que no abastece la demanda.
Son muchas las personas que compran este producto por las bondades que tiene para la salud, es así que se lo llevan hasta para otras ciudades.
Por Martín Elías Mendoza / EL PILÓN