Por Luis Napoleón De Armas
Según la más reciente encuesta realizada por Ipso Napoleón Franco, en las elecciones para presidente de la República, el 27% de los electores colombianos votaría en blanco y 23% no ha definido su decisión; aquí está la mitad del país en la retaguardia electoral que ha perdido la confianza en la dirigencia de esta Nación y se encuentra a la espera de nuevas expectativas que seis candidatos no alcanzan a llenar; es un aburrimiento total.
La pregunta que uno se hace es, ¿dónde estará el Chapulín? Ya es hora de aparecer para que el pueblo colombiano lo siga hasta la victoria. No se requiere que sea una persona providencial ni un mesías pero sí que tenga claro cuáles son los problemas fundamentales de Colombia y se sintonice con sus angustias; es imposible que seamos uno de los países más felices del mundo si la mitad está inconforme con lo que está pasando, que son muchas cosas malas: atracos, asesinatos, amenazas, extorsiones, burlas judiciales y todo tipo de inequidad.
Los indignados deben buscar quien oriente sus preocupaciones e inquietudes ya que a los líderes contestatarios la mezquindad y el interés grupal los asfixia; nadie quiere ceder porque la soberbia los enceguece; todos quieren tener un candidato de 4 a 6%.
Algunas alianzas en discusión, como la verde, no funcionan porque la desconfianza recíproca cunde. La verdad es que el conductor requerido debe tener claridad ideológica y conocer bien la misión de un estado de derecho, sin llegar a la milimetría; debe ser honesto y de carácter pero creo que Enrique Peñaloza no es lo suficientemente creíble pese a sus dotes de estadista.
Los resultados de la citada encuesta también podrían ser cortos para tasar la opinión del Cesar frente al proceso de elegir cámara. En 2010, obtuvimos 213.886 votos válidos con un potencial de 616.577, lo que muestra una abstención del 65.3%, más grande que la esperada para las presidenciales que se avecinan, pese a que nuestra votación en blanco solo fue 1.8%. Aquí lo que hubo fue pura abstención, falta de convencimiento. En ese debate aún quedaba algo de mística partidista, los partidos fueron homogéneos en sus listas, no hubo el entramado que hay ahora en que hay listas policromas, de viejos retales de otras campañas, sin necesidad de renunciar a sus respectivos partidos.
Estos cocteles, a la postre, terminan indigestando a sus componentes sin que la aleación haya producido un elemento químico u orgánico conocido, tal vez un isótopo radioactivo que afectaría la salud social.
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