En los últimos días han sido reiterativas las informaciones difundidas por los distintos medios de comunicación de Valledupar sobre las precarias condiciones en que funcionan los cuerpos de bomberos de la mayoría de municipios del Cesar.
Pareciera que se tratara de un mal generalizado y, dada su importancia y utilidad, no se logra entender por qué estos organismos son tan subvalorados por los gobiernos de turno, y no solo ahora, este es un fenómeno de vieja data, años tras años se repite la misma historia con los cuerpos de bomberos voluntarios, desde la capital del departamento hasta el municipio más pequeño del Cesar.
En estos momentos son varios los municipios del Cesar cuyos cuerpos de bomberos están en cese de actividades y en otros donde si están activos lo hacen en condiciones muy lamentables, caso El Copey, por ejemplo, donde los miembros de estas entidades acuden en motocicletas a atender las emergencias.
Son muchas las razones que impiden el buen funcionamiento de esas unidades bomberiles, pero la más apremiante es la relacionada con el tema económico, donde los alcaldes juegan un papel fundamental y de ellos depende que los bomberos cuenten con los recursos necesarios para su efectivo y oportuno funcionamiento.
Si observamos la Ley 1575 de agosto 21 de 2012 es obligación de los mandatarios hacer las transferencias de recursos de manera oportuna a los cuerpos de bomberos, cuyos dineros provienen del recaudo por concepto de sobretasa bomberil que está incluido en el impuesto predial municipal.
Es un recurso que tiene destinación específica y no se entiende entonces por qué los alcaldes disponen de ese dinero para cosa distinta, incluso hasta corriendo el riesgo de ser sancionados por violación o incumplimiento de la normatividad, tampoco se explica por qué los organismos de control no ejercen su función al respecto.
Otra pregunta es el por qué tanta insensibilidad de las autoridades frente a un tema tan sensible para las comunidades, en el caso especial del Cesar es irónico debido a que el Ministro del Interior, Daniel Palacio, es oriundo de este territorio y debería ser el primer doliente de estos organismos.
La labor de los bomberos es una actividad que debería valorarse en su justa medida, son ellos los encargados de la prestación del servicio público para la gestión integral del riesgo contra incendio, los preparativos y atención de rescates en todas sus modalidades y la atención de incidentes con materiales peligrosos.
Todos necesitamos de los bomberos, la comunidad, el sector empresarial, la industria, etcétera, la lista es inmensa. Nadie está exento de recurrir en cualquier momento a un servicio de emergencia, a hacer un llamado de auxilio relacionado con incendios, explosiones y calamidades conexas; rescates e incidentes de toda índole.
Qué bueno sería que este tema de los bomberos lo excluyeran de ese andamiaje de prácticas politiqueras y que realmente se asumiera con responsabilidad social el tratamiento que ellos se merecen, solo eso sería suficiente para responder con gratitud a tan loable labor.