Por: José Gregorio Guerrero.
Se imaginan ustedes mis amigos lectores el paisaje que tendrá el Cesar en el 2115 cuando un robot saque en su poderosa mano inteligente la última tonelada de carbón del subsuelo cesarense?. Entonces, el Rio Guatapurí será un hermoso recuerdo y sitio predilecto para sentarse frente a él y recordar como en un feliz pasado sus heladas corrientes bañaban sus piedras, y en invierno las ahogaba; hasta llegó a pasar un día de 1989 por arriba del puente.
Los antepasados (o sea nosotros) no desciframos el lenguaje de natura, no le entendimos al tiempo lo que nos quería decir. Eso le contarán a la juventud de ese entonces, y les parecerá imposible de creer; porque en ese momento, en muchos lugares del planeta la problemática será aguda, por ejemplo en países desarrollados grandes empresas les pagarán a sus empleados parte del salario en a litros de agua (costará más el agua que el petróleo).
En algunos mapas aparecerán ríos que ya no existen, lagos y lagunas totalmente secas; el hambre cabalgará a lomo de caballo, será el Cesar uno de los departamentos más costosos (sencillamente porque nos tocará traer de afuera los alimentos) ese millón de hectáreas cultivables con que hoy contamos no será más que un inmenso hueco negro y profundo. Muchos pueblos se encontraran bajo la tierra porque seguramente no soportaron un leve sismo. Lo que les voy a contar no lo van a creer, tres factores están acelerando este futuro: la ganadería, la palma africana y la extracción irresponsable de carbón. Es por eso que el departamento del Cesar tiene ganado uno de los problemas ambientales más grave de Latinoamérica. Pero más preocupante hoy es el problema del agua. Amigos lectores cerca del 97% del agua disponible se encuentra en los océanos, y del 3% restante, el 2% se encuentra congelada en los polos, un 0.40% contamos para las actividades industriales y agrícolas, y tan solo un 0.60% conformado por aguas terrestres que se encuentran en ríos, lagos de agua fresca y mantos freáticos; como les quedó el ojo?. Tenemos que concientizarnos que el agua es finita, contable, y se nos está agotando.
Es por eso que hoy quiero resaltar una iniciativa mancomunada que abanderaron la UDES con la fundación Manos al rio. A esta iniciativa tiene que sumarse todo Valledupar, la sociedad civil, las empresas públicas y privadas, en especial la academia. No permitamos que esa sonrisa de tristeza y desconsuelo llegue a nuestra tierrita, hagamos algo por el ambiente. Como dijo alguien desesperado por el desequilibrio ambiental que se vive: “cuando se tale el último árbol, cuando se seque el último rio, cuando se muera el último pez; entonces nos daremos cuenta que el dinero no se come.”
Feliz fin de semana
José Gregorio Guerrero R
Especialista en Gerencia del Ambiente.
Twitter: @goyogue100