Por: Leonardo José Maya MD
Las necesidades del ser humano son cambiantes, se mantienen en constante renovación, esto dependiendo de su estado de ánimo, de los retos que afronta y las oportunidades o derrotas que le presente su entorno. Pero hay una necesidad, y un derecho, que jamás cambiará y es el de gozar de buena salud, tan primordial es que de ella depende el tiempo que dure nuestro tránsito por este mundo.
Esa misma necesidad es la que ha movido a la ciencia médica a renovar sus investigaciones, a derrumbar algunas patentes y a hacer nuevos descubrimientos. En concordancia con este credo se ha llegado nuevamente al lugar de donde nunca debimos haber partido: La humanización.
Aunque la palabra ‘humanizar’sencillamente quiere decir “volver más humano” aplicada al campo de la salud su concepto se vuelve extenso y su aplicación hoy por hoy se ha dirigido en muchas direcciones, primordialmente en todo lo relacionado con las poblaciones más vulnerables y su derecho a una vida digna.
En Valledupar, por ejemplo, aproximadamente el 60% de sus habitantes viven en la pobreza y un buen porcentaje de estos en lo que los economistas denominan pobreza extrema, esto es, sin acceso a una canasta familiar básica, sin acceso a la educación, sin una vivienda con espacios sanos y libres de hacinamiento. Ahora imaginemos las innumerables barreras que por espacio geográfico, de vías, seguridad y dificultades en el traslado de un lugar a otro, se encuentran a la hora de presentarse una urgencia médica.
Todos estos aspectos representan un reto primordial para la humanización. Conocer las condiciones en que se encuentra la población que recurre a los servicios en salud de determinado centro asistencial, tener una radiografía de su grupo familiar, lograr establecer si conoce el camino para vivir sanamente y disminuir los factores de riesgo para prevenir enfermedades, instruirla en cuanto a los programas que ofrecen nuestras instituciones: vacunación, crecimiento y desarrollo para vigilar de cerca la salud de nuestros niños, control de embarazo, citologías, consulta externa para adultos, consultorios amigables para nuestros jóvenes, etc. Asumir la tarea de descentralizar estos programas y llevarlos a la esquina del barrio es humanizar, estamos acercando el hospital Eduardo Arredondo Daza a los más necesitados de nuestros corregimientos y veredas para llevarle una esperanza, para decirles que ellos también son valiosos, que todos estamos bajo el mismo cielo y nos cubre la misma bandera, en nuestra cruzada de mejora en el servicio. Nunca será suficiente todo lo que hacemos, pero lo importante es que estamos en el camino correcto haciendo esfuerzos para mejorar cada día más.
En conjunto, la humanización del servicio estará dado entonces por lograr extender la atención individual a un modelo de atención familiar, conseguir volver una realidad el ‘don de la ubicuidad’ y estar presente en cada rincón de la ciudad, llegar hasta su hogar y establecer un lazo fuerte entre la institución y el paciente.
Pero sin duda, lo más importante es hacerles saber que la entidad a la cual recurre, no es su enemigo…hacerle sentir que todo ese recurso humano que hace posible el funcionamiento del hospital está de su lado. Este es sin duda una gran reto de cara al desafío que desde ya enfrentamos en nuestro empeño por humanizar el servicio en el hospital Eduardo Arredondo Daza.
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