Más allá de la imprecisa discusión si la guitarra aterrizó primero en la música vallenata que el acordeón, lo cierto es que la caja de pitos y bajos tomó ventaja en el vallenato clásico y comercial, al punto que la música vallenata con cuerdas pasó a ser considerada como de “terraza o parrandas”.
Similar a la lucha del vallenato femenino por recuperar su espacio en el mercado, los intérpretes de la música vallenata en guitarra están caminando, con el instrumento bajo el brazo, sobre espinas para ocupar de nuevo los grandes escenarios y las listas de los más escuchados del género tradicional y comercial más importante del Caribe.
En el departamento del Cesar, Los hermanos Carrillo y Castillo’s Grupo son las principales apuestas. Ambos grupos, con años de trayectoria, alteraron el imperio del acordeón y producen vallenato con la guitarra como el actor protagonista, y la caja, guacharaca, el bajo y el saxofón de acompañantes.
“Estamos intentando abrir espacios en todas estas fiestas de la región, pero suele ser difícil porque cuando hablamos de vallenato en guitarra se proyectan que este es de terraza, por eso nos cierran las puertas”, expresó Carlos Castillo, guitarrista integrante de Castillo’s Grupo.
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A la par de la brega por posicionarse está la lucha por preservar como patrimonio inmaterial la música vallenata en guitarra, que alcanzó su techo con Guillermo de Jesús Buitrago y Julio Bovea, quienes crearon un movimiento que alternó la tradición del acordeón.
El trío ‘Bovea y sus vallenatos’ llegó al estrellato de la mano del cantante Alberto Fernández, la voz presente en la grabación de los hits más reconocidos de la agrupación, narra el investigador Félix Carrillo.
EMPEZAR A CREAR
En los festivales municipales, el plato fuerte es la parrilla de artistas invitados. Allí se concentra la apuesta comercial de las fiestas. En palabra del investigador Félix Carrillo es necesario buscar “la equidad” en esa tarima.
“La parrilla (artistas invitados) no es mala porque comercializa. Si traemos al Festival al Churo Díaz, tengo que pensar qué valores de Codazzi tengo para darle el telonero y ponerlo en igualdad de condiciones en tarima y sonido: eso hace que yo también escuche a los de aquí”, detalla el investigador.
El compromiso de los artistas del instrumento de las seis cuerdas, complementan, es jugar con la creatividad: dejar de ser intérpretes de las canciones que tienen su propio éxito. Esa es la nueva apuesta de Los hermano Carrillo.
“Nosotros veníamos haciendo canciones viejas, ya grabadas, tenemos una nueva producción, ‘Siguiendo nuestra línea’ donde hacemos diez temas inéditos con compositores como Franklin Moya y José Luis Daza. Nosotros hemos venido grabando y montando en las plataformas digitales para que el mundo sepa que se está haciendo vallenato en guitarra y que tiene el nivel comercial del vallenato que hacen en acordeón”, asegura Freddy Carrillo, integrante de la agrupación.
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PUESTA EN ESCENA
Con el propósito de analizar y buscar soluciones con los expertos y artistas del género, EL PILÓN realizó en Codazzi el foro ‘Conservación del patrimonio: música vallenata en guitarra’ ayer. Entre las conclusiones se llegó a la necesidad de una puesta en escena alrededor de la guitarra.
En tarima el artista es más que la voz. Lo acompañan las luces, el show, los juegos pirotécnicos, que sirven de atracción. “Hay una puesta en escena a través del acordeón y no hay una puesta en escena con la guitarra. Pero si con la guitarra hay unas cámaras, hay unas luces, se sube y baja, eso permite atraer la atención. Lo dijo un nobel, estamos en la sociedad del espectáculo”, argumentó durante el foro Juan Carlos Quintero.
En esa puesta en escena entran las polémicas pero comerciales fusiones. Según el asesor de Cultura del Cesar, Roberto Ahumada Moreno, son necesarias y provechosas cuando no se pierde la esencia. “Como músico estoy de acuerdo con las fusiones pero hay que hacerlo de forma responsable. Se cambian los formatos, pero nunca se cambia la raíz: usted escucha música clásica de cualquier autor, tienen variedades pero permanece la raíz. Tenemos que ser consecuentes con lo que estamos haciendo”, detalla Ahumada.
En palabras de Andrés Forero, asesor de patrimonio histórico del Ministerio de Cultura, la tarea es preservar el espíritu a pesar de las invasiones. De allí su relato de la experiencia de Japón en la combinación de cultura. Cuando al país nipón empezaron a llegar foráneos, ante la debilidad de la identidad local, cuenta el experto, el trabajo local se centró en el lema “tecnología occidental, espíritu japonés”.
“Hablamos de preservar las raíces, pero estas permanecen conectadas a un árbol que crece y que si no se oxigena y se transforma según las dinámicas del mercado, puede terminar muriendo”, sostuvo el guitarrista Laurencio Holguín.
SONAR Y ENSEÑAR
Recuperar ese espacio en la industria es además darle vida a la tradición. Pero ser comercial y posicionar artistas no es la única apuesta para preservar la tradición artística de la música vallenata en el punteo y los lujos de las cuerdas. La clave, agregan los expertos, está en los semilleros.
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El problema es la debilidad y dependencia de los semilleros promovidos por las entidades públicas, en este caso, la Gobernación del Cesar. Debilidad y dependencia que impide la continuación de los procesos.
“Hace 15 días estuve haciendo una supervisión de los instrumentos que se entregaron y de las 25 escuelas creadas por acuerdos municipales, creo que dos o tres tiene comprometido junta de padre de familia. Es fundamental que la comunidad se integre a los procesos: son veedores naturales”, explica el asesor de Cultura. Sin los padres como veedores se han registrado robos de los instrumentos o la irregularidad en la asistencia de los alumnos, agrega.
Que el principal financiador de los semilleros de aprendizaje de guitarra sean las entidades públicos hacen dependientes los procesos de la dinámica política. Lo sufrió Carlos Castillo, la academia que lleva el mismo nombre de su fundador, quien lleva más de 30 años enseñando guitarra en Codazzi. Como en la última no se unió en campaña al mandatario de turno, le negaron apoyo a su proceso de enseñanza.
Con el fortalecimiento de festivales como el de Codazzi y el posicionamiento de artistas de la música vallenata en guitarra que sirvan de inspiración a los niños que se preparan en los semilleros, el género podrá preservarse como patrimonio inmaterial de la región.
POR: DEIVIS CARO DAZA / EL PILÓN
defancaro1392@gmail.com