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El Redil

Por Valeri Mejía Araújo

“… va delante de ellas; y las ovejas lo siguen porque conocen su voz” San Juan 10:4

En esta preciosa parábola, Jesús nos habla sobre la importancia de mantener una relación cercana, íntima y  personal con él como nuestro pastor.

Desafortunadamente, en ocasiones el peso de las ocupaciones, la pereza espiritual o la carga de la costumbre nos impiden reconocerle como el Buen Pastor de nuestras almas. 

Algunos obstáculos se levantan para impedir esa armoniosa relación de pacto: el primero de ellos es cuando yo interpreto mal la relación por causa de la doctrina o de mis propios conceptos religiosos preconcebidos.

Es posible conocer la doctrina cristiana y sin embargo, no conocer a Jesús. Nuestras almas están en peligro cuando el conocimiento de la letra y la interpretación subjetiva de la realidad, supera al conocimiento personal de Jesús nuestro pastor, evitando la comunión íntima con él.

Un claro modelo de esto lo vemos en María Magdalena. ¿Por qué lloraba cuando fue al sepulcro? No fue por causa de la doctrina, sino por causa de la persona, ahora ausente.

Tal vez era una ignorante de la doctrina y los preceptos, cualquier fariseo podría haberse burlado de ella por su doctrina,  – pero nadie le podría quitar lo bailado- y nadie nunca podría negar que su encuentro con Jesús la había sanado, liberado y le había dado un nuevo sentido a su existencia.

Y aún así, nada de esto se podía comparar con la alegría de haberle conocido; por eso cuando Jesús la llamó por su nombre: “¡María!”.

Ella supo que tenía unas vivencias del pasado que la unirían para siempre con aquel que le había hablado. Y entonces, respondió: “¡Raboni!”. 

El segundo obstáculo lo recreamos con la incredulidad de Tomás. Al igual que Tomás, en ocasiones, también dudamos tercamente, hasta cuando Jesús mismo nos toca y su toque amoroso cambia toda circunstancia y disipa toda incertidumbre.

¿Hemos tenido dudas acerca de Jesús? ¿Dudamos de alguna experiencia de la que otros dan testimonio, pero que yo aún no he vivido? Los discípulos le dijeron a Tomas: “¡Hemos visto al Señor!” Sin embargo, Tomas dudó, y dijo: “Si no veo… no creeré”. Él necesitaba el toque personal de su pastor Jesús. Por eso al final pudo responder: “¡Señor mío y Dios mío!”.

El tercer obstáculo es cuando lo negamos por egoísmo como Pedro. Pedro negó a Jesús con maldiciones y juramentos en tres diferentes ocasiones.

A pesar de eso, Después de la resurrección, Jesús se le apareció y tanto en privado como en público, restauró su resquebrajada comunión. Y en otras tres diferentes ocasiones, le preguntó: “¿Me amas?”.  Pedro respondió: “¡Señor…tú sabes que te quiero!”. 

Amados amigos lectores: ¿Acaso podemos decir que tenemos un historial personal con Jesucristo? La única señal cierta de que pertenecemos a su Redil, es la comunión íntima con Jesús.

Es un conocimiento personal de él, que venza la prueba de la interpretación, la duda y el egoísmo, y que nada pueda conmover.

Deseo de todo corazón que lo conozcas de esa forma… 
Saludos y muchas bendiciones…

 

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