La vida tiene momentos en que la confusión conceptual producto de la embestida mediática se vuelve tan generalizada, que los que nos atrevemos a elucubrar acerca de la cierta realidad parecemos estar equivocados. Ejemplo claro son los prefabricados beneficios de las políticas nacionales del gobierno Santos y por ende el reconocimiento a su partido político.
Hoy fácilmente se tilda de enemigo de la paz a todo aquel que ose cuestionar cualquier iniciativa oficial. Mientras tanto el pueblo sufre las equivocadas políticas gubernamentales, acompañado solo por el silencio cómplice de sus dirigentes, quienes piensan más en los macro negocios acordados en los clubes bogotanos, que en el bienestar de los que en últimas debieran ser la inspiración de todo mandatario.
Es por esto que cuando en estos días amanecimos con la noticia de que se va a concesionar la vía San Roque-Cuestecitas, gravándonos con siete peajes porque el gobierno nacional ya no va a financiar los más de cuatrocientos mil millones de pesos que cuesta la obra, en vez de salir a protestar o mínimamente alzar la voz demostrando nuestro descontento, nuestros mandatarios prefirieron ocuparse de las telegrafiadas componendas políticas, las cuales dependen exclusivamente del amparo electoral de la Unidad Nacional, para fortalecer según ellos a sus débiles candidatos en el agónico intento de perpetuarse en el poder.
Es así que aprovechando la multimillonaria pauta publicitaria, también nos venden como cierto el sofisma de desfavorabilidad de la Ley de Garantías Electorales, impulsado irresponsablemente desde la Presidencia de la República. Desafortunadamente desde la Casa de Nariño se quiere cambiar los criterios técnicos de priorización de proyectos, por componendas politiqueras que en poco o nada impactan el bienestar comunitario. Ya al señor Presidente se le olvidó el astronómico costo de su reelección y manda a alcaldes y gobernadores a que desesperadamente desangren sus presupuestos para elegir sus candidatos. Se corrompió la sal.
Y así mil ejemplos más. Lo curioso es que a pesar de que en esquinas, tertulias y mentideros expresamos los rigores de un gobierno excluyente y centralista, electoralmente algunos contemplan la posibilidad de mantener los tentáculos regionales del mismo esquema político a través del voto. Tanto que algunos dirigentes de los partidos tradicionales se olvidan de la vocación de poder que exigen sus ancestrales mayorías electorales, queriendo hacer coalición política con las expectativas contractuales de la U, solo movidos por los individuales beneficios económicos, sin importarles el trato de segunda que les da la colectividad del Presidente.
Ojalá la dignidad y el honor tengan una oportunidad al momento de llegar los candidatos al ‘partidor’ y seamos los electores, demostrando una vez más que somos superiores a nuestros dirigentes, quienes tomemos la decisión a favor de nuestros intereses, derrotando la apología que desde el gobierno ahora le hacen a los antiguos bucaneros, quienes se repartían el botín al tiempo que cercenaban con medidas de fuerza las iniciativas de quienes ponían en riesgo la vigencia de su desmedida ambición. La fuerza de nuestro voto tiene la palabra, solo de ti depende tener un gobierno que piense en la dignificación del ser humano. Atrévete.
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