Ahí está José Antonio Murgas, ‘Toño’ Murgas, un señor casi noventón, que parece de setenta. Él graciosamente se quita la edad, pero el reportero le dice que, por contraste, algunos mayores suelen aumentársela, cuando aparentan mucho menos, que sería su caso y suelta la risa, “no le voy a decir cuántos tengo”, y le decimos que lo desafiamos y lo rastrearemos por el internet.
Es vehemente, se para con característica fogosidad. Lee mucho, y mira el acontecer diario con la distancia de haber vivido no solo la política regional, fue el ponente exitoso hace 47 años de la ley que creó el departamento, sino la nacional, ya hace 42 años fue designado Ministro de Trabajo por el Presidente Pastrana Borrero. Recientemente hizo un escrito con ocasión de la muerte de Aníbal Martínez, que fue leído en su sepelio y reproducido por EL PILÓN. “Me salió del alma”, dice. Habla de un Aníbal nacionalmente condenado y localmente redimido. Aníbal cometió errores, pero se sobrepuso a ellos y los pulverizó.
Es un sandiegano de pura cepa, recorre sus calles. Aquellas, todas, que hizo pavimentar hace 40 años y que desde entonces le dieron un orden, una limpieza y un brillo a San Diego, que lo hace ver como uno de los lugares más bellos de la Costa, en medio de tanto poblado feo.
Recuerda su niñez: ahí en ese carnal pueblo, San Diego, donde nació, luego bautizado en Valledupar, el regreso a San Diego, después los estudios en el Leonidas Acuña en La Paz, después en el Liceo Celedón y su paso, en medio de luchas estudiantiles que lo obligaron a trasegar de una institución a otra, de la Universidad Libre, la Nacional y su finalización del Derecho en el Externado. Recuerda en estos días de acontecimientos mundiales su paso por la ONU como embajador Plenipotenciario en la Comisión Política.
EL PILÓN lo aborda y le suelta algunas curiosidades:
EL PILON: En medio de semejante fervor que se generó en los años sesenta por la idea de separarse del Magdalena y que motivaba a los jóvenes que salían de la universidad, el primer colectivo de profesionales de las región, Pedro Castro Monsalvo, entonces ya Jefe político, no era entusiasta con la creación de El Cesar, y se tejió la idea de que se oponía. ¿Por qué?
José Antonio Murgas: Así es, por razones políticas. Él era un jefe consolidado en el viejo Magdalena y una nueva generación llegaba a abrirse paso, y lideraba el proyectado departamento, y sentía temor de que esa nueva ola lo derrotara, como ya se insinuaba en algunas elecciones. También aducía que no había capacidades y experiencias para conducir el nuevo departamento, pero la realidad es que sí las había y los dirigentes del Magdalena no eran el mejor ejemplo a seguir. Pedro murió en la víspera, meses antes de crearse el departamento, y nunca supimos cómo hubiera sido su papel en el nuevo escenario político y administrativo”.
E.P: Ha llamado la atención que la generación de políticos fundadores del departamento sacrificaban la bolsa por los votos y los de ahora sacrifican los votos por la bolsa; nos referimos a él, a Crispín, a Edgardo Pupo, quienes prefirieron el respeto, la reputación y el amor de su gente, sacrificando su propio patrimonio personal, han cambiado los tiempos, ¿cómo entenderlo?
J.A.M: El grupo que surgió tenía información intelectual, imbuidos por el servicio público, la formación era más integral y ponderaba los valores. Clemente Quintero, tuvo profesores como Gaitán, Echandía, Carlos Lleras, Antonio García. Crispín Villazón formado en el colegio alemán, en el Liceo Celedón y en el Externado. Alfonso Araújo, Luis Rodríguez Valera, prominente abogado. Adalberto Ovalle, Armando Barros, Manuel German Cuello, Jorge Dangond, Edgardo Pupo, entre otros. El derecho administrativo francés dio desarrollo a la noción del servicio público y todos salimos imbuidos de ese criterio. En función de él sacrificábamos muchas cosas.
Ya próximo el Cesar a los 50 años, en el 2017, ” espero estar aquí celebrando los años de ese hijo, que me tocó parir una noche en el Congreso”, dice. Reflexiona sobre su futuro, le decimos que es un buen consejero de los gobernadores, le recordamos que a uno que arrancó con pocas expectativas y con ciertas limitaciones le dio su consejo, cuerpo y pragmatismo (al gobierno de Lucas Gnecco) y entonces suelta con clarividencia observando el futuro:
“Qué bueno que se hagan obras”, se refiere al gobernador Monsalvo, “pero déjeme decirle una cosa, me refiero al buen propósito de hacer un Centro Cultural, que se ha afirmado es a la música vallenata. Pero más que un templo al vallenato, que ya tiene muchos templos, como la plaza, la tarima, el parque, los monumentos, el Festival que ya es un templo al folclor, los libros que se escriben, debe ser un templo a la ciencia, tecnología y la innovación. Eso es más productivo para el desarrollo económico, la producción y el empleo para la futuras generaciones, lo otro es lo local, arcaico, es la manifestación elaborada por el pueblo, eso es el folclor. Eso es valioso y respetable pero no asegura el progreso cultural, científico y moderno de ninguna sociedad. Lo que se está haciendo señores gobernantes no son cultos a los viejos dioses sino a los nuevos, que son las artes elaboradas, el conocimiento, la conceptualización de la pintura que supera al dibujo, la investigación médica que prolonga la vida, la informática y la electrónica, la matemática compleja, las comunicaciones en línea, el estudio de los suelos y la productividad del campo y el estudio de la astronomía”.
“También -continúa- para evitar confusiones, no me refiero a usar la tecnología sino a crearla, desarrollarla. Vea el caso de que se trae la tecnología de los embriones al sector de la ganadería o la sistematización en línea de la gobernación, eso es un gran avance, hay que reconocerlo; es compra de tecnología, como el que compra la mejor tableta, o celular, pero no aprendemos cómo hacer esos dispositivos, es distinto a lo que se está haciendo en Medellín incluso en Barranquilla, donde se está enseñando la ciencia, la tecnología y la innovación. Aprovecho para hacer un llamado a la Universidad para que profundice en ese aspecto, con una contribución determinante”.
Redacción/EL PILÓN