Todos los que conocemos de cerca a Emiliano y a ‘El Turco’ Gil sabemos que ambos son alérgicos a los homenajes y a las adulaciones y eso desde hace años. A ‘El Turco’ lo incomodan frases como: “Gran maestro”, “Maestro de maestros”, normalmente uno en silencio se disfruta el nerviosismo de este par de genios de la música porque ya conocemos esa característica de ellos cuando están frente a lo que menos les gusta de su profesión.
‘El Turco’ capotea el toro diestramente y por amor a sus alumnos acepta todo los afanes de la gente, pero nadie se da cuenta de eso, solo los que sabemos. Si usted quiere ver a ‘El Turco’ con una cara de felicidad infinita apláudale a sus pupilos y ojala al más pequeñito o pequeñita, cuando la gente lo alaba su expresión es casi de total indiferencia.
Emiliano llega a sus presentaciones como si se ocultara de una mujer fea que lo asedia por doquier, al gago no le gusta el montón de gente gritándole: ¡Maestro una foto! ¡Yo quiero tener una foto con usted!
Con cierta risita en la cara los demás compositores vemos que el hombre analiza el terreno antes de llegar al sitio del espectáculo y con un cálculo de alta precisión ubica el lugar estratégico en donde estará a salvo de la turba admiradora, casi siempre anda buscando un colega que lo acompañe para no sentirse solo en su refugio, cuando él logra salir airoso del terreno se siente victorioso, feliz y todavía al día siguiente habla de su gesta que le permitió escapar sin una foto a cuesta.
Actuábamos un buen grupo de compositores en un pueblo de la sabana y la plaza estaba a reventar, la gente aplaudía con grato entusiasmo y cuando Emiliano subió la gente aplaudió con gran emoción, el gran espectáculo terminó y Emiliano calculó lo que se le venía para encima y el hombre recurrió a la policía para que lo salvara y así fue. Pero, cuando ya estaba en la puerta del hotel listo para ir a acostarse, uno de los policías sacó un celular y le dijo: “Maestro me deja tomar una foto con usted”.
Creo que Emiliano va aceptar el homenaje no por él, sino por las miles de personas que lo quieren, también por amor a sus hijos y honra a la herencia del viejo Emiliano que seguramente allá desde el cielo lo mirará con Carmen Díaz y mi papá, su padrino Escolástico Romero, Escalona y Colacho, ellos también lo van aplaudir con cierta risita que dice: “A él no le gustan esas cosas, pero ahí está, para dedicarnos a nosotros ese homenaje”.