En los años 60, cuando el vallenato no había cogido el auge popular, se paseaban por las calles antiguas y coloniales de Valledupar, un trío de jóvenes y talentosos artistas que con su rasgo caribe, engalanaban las noches interpretando canciones de la música vallenata, pero con especial interpretación canciones del cancionero latinoamericano.
Sus voces, y sus guitarras cantaban sentidos mensajes de amor, que se escuchaban sorpresivamente en ventanas, logrando la conquista de los corazones de las mujeres de la época que enamoradas hacían realidad sus ilusiones.
Habían comenzado a hacer música de guitarras influenciados por el grupo mexicano Los Panchos, los Diamantes y los Ases y de esa forma nació el Trío Malanga conformado por Hugues Martínez, Efraín el ‘Quinqui’ Molina y Raúl Moncaleano conocido cariñosamente como ‘Monca’. Quinqui hacía la primera voz y tocaba guitarra, Hugues era la segunda voz y Monca tocaba las maracas y hacía la tercera voz.
Efraín José Pimienta Molina, más conocido como el Quinqui, quien murió la semana pasada después de más de setenta años de vida se había convertido con su voz en un personaje especial. Decían sus amigos que escucharlo cantar las canciones de Gustavo Gutiérrez era un verdadero deleite, pero sobre todo aquellas canciones del cancionero latinoamericano como La Malagueña, Dos Arbolitos, Serenata Huestaca o Entre Copas.
Auténtico provinciano, llegó de Riohacha y se estableció en Valledupar, ciudad a la quiso como ninguna. Así como cantaba, alegraba encuentro con amigos, bebía y su alegría desbordada se convertía en una experiencia única.
Era un cantante enamorado, la melodía corría por cuenta de su trío de guitarras. Prefería las composiciones vallenatas que tenían una gran acogida en toda la ciudad, aún cuando las serenatas se daban en ese tiempo con boleros y rancheras, porque el vallenato apenas hacía su tránsito en las clases populares y tenía poca aceptación dentro de la sociedad.
Compartió noches de bohemia con Monche Martínez, Guzmán Amaya y Poncho Cotes entre otros músicos de Patillal, San Diego y La Guajira, quienes llegaban al valle a darle rienda suelta a encuentros que terminaban en parrandas y noches llenas de música, amigos y experiencias.
De esa forma se juntaban sonrisas y corazones enamorados. La guitarra fue sin duda un instrumento situado en los más altos niveles sociales, y así se mantuvo, pero también irrumpió en escenario populares y logró cautivar a los amantes del folclor vallenato.
Solo con el paso de los años el ingreso de la música vallenata al repertorio serenatero fue una realidad y esto se dio por el trío Malanga en Cabeza del Quinqui, quien poco a poco ganó espacio para ser el protagonista en la historia de muchos enamorados.
Se fue el Quinqui, pero su recuerdo quedará perenne en las antiguas calles que airosas escucharon cada uno de sus cantos románticos al unísono de las notas de las guitarras que al lado de Hugues y Monca, marcaron una de las épocas doradas de la ciudad de los Santos Reyes
Por Redacción EL PILÓN