La protesta que en días pasado hizo el gremio de transporte público de Valledupar surtió efecto, porque ya la administración municipal socializó las medidas que implementará para contrarrestar la piratería e incentivar el uso de buses y taxis en el casco urbano.
En síntesis, la Secretaría de Tránsito lo que hizo fue ajustar varias de las medidas ya existentes. Por ejemplo: los motociclistas podían circular por el centro de la ciudad sin parrillero, pero con la nueva medida no podrán hacerlo, solo estarán exentos los conductores de motocicletas que acrediten laborar en la zona de la restricción. De igual forma se ratificó la prohibición de los sábados sin parrillero, de ningún tipo, entre otras disposiciones.
El anunciado decreto seguramente oxigenará las asfixiadas finanzas de las empresas que tienen 260 buses y alrededor de 2.500 taxis en la ciudad, las cuales reclaman controles más estrictos hacia la piratería, que se presenta tanto con motos como con carros.
Los líos con las motos en esta capital son mayúsculos. Se estima que circulan más de 80 mil de estos vehículos, de los cuales un gran porcentaje es utilizado para el mototaxismo. Según la Secretaría de Tránsito, el 70 por ciento de las inmovilizaciones de motos realizadas corresponden a transporte ilegal de pasajeros.
Lamentablemente las motocicletas se han convertido en sinónimo de ilegalidad. La mayoría de atracos se cometen en estos vehículos, mueven gran porcentaje del negocio de los pagodiarios, y además están en auge con las empresas de mensajería y las autoridades ya han detectado que hay muchas fantasma, que no cumplen los requisitos de ley para su funcionamiento. Por lo anterior, los controles en el sector son más que necesarios.
Sin embargo, hay otro lado de la moneda. Los comerciantes del centro de la ciudad que históricamente han reprochado este tipo de medidas en la movilidad, porque se disminuye el flujo de clientes y ellos también reclaman alivios por parte de la administración municipal. Con el miércoles sin moto, que inició a finales del año pasado, manifestaron su inconformidad a nivel gremial, pero con el anuncio de las nuevas restricciones no hemos conocido pronunciamiento oficial.
En este sentido, el pulso siempre termina ganándolo los transportadores, la balanza tiende a inclinarse hacia ellos por sus presiones, que van desde afectación a la movilidad con los bloqueos y caravanas, hasta campañas de desprestigio con afiches y carteles en sus vidrios.
Ante ese panorama, exhortamos a la administración municipal a revisar la viabilidad de las medidas que viene aplicando porque al ayudar a dinamizar a unos sectores de la economía puede que afecte a otros. No obstante, este tipo de anuncios siempre causan polémica, pero al final de cuentas la mayoría de la ciudadanía termina aceptándolas. No hay de otra.