La ciudadanía colombiana no tiene ninguna duda de que a nuestro país sus dirigentes lo han administrado mal, tanto es así que sus buenos gobernantes, desde la colonización española, se pueden contar con los dedos de una mano y, seguramente, sobran dedos.
El pueblo colombiano está hastiado de vivir en malas condiciones, de sufrir penurias; en contraste, la gran mayoría de sus dirigentes han disfrutado gran vida con excesos de lujos, cuyos costos los sustraen continuamente del erario estatal. Lo más grave, es que tal usurpación se convirtió en costumbre, y erradicar tal tradición no es nada fácil.
Todo lo que hace la humanidad conlleva intereses. Todo el mundo sabe que en todas las colectividades y comunidades hay personas buenas y malas, lógicamente también están los indiferentes; en consecuencia, los intereses de las gentes abarcan un amplio espectro, desde los más nobles hasta los más perversos, pero en la consecución de ciertos intereses, tales como el económico, el político y el poder de cualquier índole (especialmente el poder gubernamental), intervienen los egos personales, por los cuales surgen las disputas para demostrar quién es superior. Ejemplo palmario de esto es la egregia canción ‘La gota fría’, que relata la piquería entre Emiliano Zuleta Baquero y Lorenzo Morales (‘Moralito’), ambos grandes juglares y pilares fundamentales para el logro del enaltecimiento de la música vallenata.
Desafortunadamente, el comportamiento de la humanidad siempre ha sido así, lógicamente, reitero, con las persistentes excepciones de aquellos que han procurado el bienestar general; es decir, que se han preocupado y, por ende, dedicados a resolver los problemas que nos afectan a todos.
Ante las próximas elecciones de los congresistas y del sucesor de Iván Duque, los políticos partidarios de la rancia tradición, mediante la cual los politiqueros se han enriquecido o han aumentado sus fortunas, ya sea a través del desfalco del erario o en complicidad con quienes se dedican a actividades ilegales. De veras, andan altamente preocupados por el cambio que reclama el pueblo que siempre ha vivido en malas condiciones, sufriendo todo tipo de penurias y calamidades. Hasta los indiferentes se están moviendo.
Los líderes de la coalición Centro Esperanza y la de Equipo por Colombia y otros denominados ‘independientes’, en vez de comprometerse en lograr el verdadero cambio que requiere el régimen gubernativo colombiano, se han dedicado a querer desprestigiar a Gustavo Petro, quien con sus aliados ha creado el Pacto Histórico, totalmente dispuesto a cambiar y a implementar o imponer todo lo necesario que permita desterrar y erradicar las malas mañas de gobernar en nuestro país, que lo mantiene plagado de grupos subversivos y clanes explotadores vividores de actividades ilícitas y clandestinas.
Sin duda alguna, ambas elecciones públicas son cruciales. Sin embargo, para mucha parte de la ciudadanía colombiana pocos candidatos al Congreso de la República la han convencido y no confían en ninguno de los aspirantes a la presidencia. Hay mucha incertidumbre a pesar de la enorme inconformidad popular, porque los politiqueros han amasado fortunas para la compra de votos, además algunos cuentan con el dinero que les aportan aquellos que se dedican a los negocios ilícitos, pues les conviene que el poder económico y político colombiano siga en manos de los políticos tradicionales.
Los resultados de las elecciones del próximo domingo 13 de marzo serán la encuesta que predecirá el resultado de la elección del nuevo presidente. Ojalá, el que gane, tenga la sensatez y la voluntad de enrumbar a nuestro país por el camino que requiere para iniciar su recorrido al progreso que merecen las nuevas generaciones.
Por José Romero Churio