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El Progreso, olvidado por los mandatarios

Aseguran sus habitantes

Cansados de que su barrio tenga  un nombre que dice mucho pero que no  refleja la realidad en la que viven sus habitantes, quienes tienen  que vivir en zozobra por la inseguridad, las calles en mal estado y los olores fétidos provenientes del rebosamiento constante de los manjoles, hoy sus moradores buscan que el barrio haga honor a su nombre.
El Progreso,  como le llamaron los primeros moradores que llegaron a este sector ubicado al suroccidente de  Valledupar y que hoy cuenta con más de 400 habitantes ven como su barrio se queda en el olvido de los mandatarios de turno que al parecer, no lo incluyen en el plan de desarrollo del municipio.

Un Progreso estancado
Sus calles aun parecen las de un barrio de pueblo, polvorientas, empedradas en épocas de verano, e  intransitables en épocas de invierno, cuando el lodo y los huecos impiden que los vehículos la puedan transitar aseguraron los habitantes de El Progreso.
No es solo eso lo que perjudica a los habitantes de este sector de la ciudad,  “nos hemos acostumbrado a comer con los olores fétidos” afirmó María Dueñas, quien asegura que el desbordamiento de los manjoles ha causado problemas de salud en el sector.
Estos rebosamientos también afectan a los estudiantes de la institución educativa, Carlota Uhía Baute, anexo al José Eugenio Martínez,  quienes tienen que soportar los malos olores que producen las aguas residuales.
Un alumbrado público pobre, los postes en mal estado generan según los lugareños dos peligros latentes en el sector.
La falta de iluminación en el sector ha convertido las calles de El Progreso en el lugar preferido para los delincuentes amedrentar a los transeúntes y húrtales sus pertenencias.
La otra denuncia de la comunidad es el mal estado de los postes que por el deterioro en sus bases,  se convierten en un peligro para las personas que transitan por diversos sectores del barrio.

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