La entrevista de Humberto de la Calle es reveladora, preocupante y evidencia que el gobierno no puede seguir tapando el sol con las manos. El proceso cuelga de un hilo muy fino, y no por los críticos del proceso, ni tampoco por la voluntad de paz de Colombia; es por un torpe manejo del gobierno y por la mezquindad de un grupo que no quiere reconocer su responsabilidad y menos, sintonizarse con la realidad del país. La entrevista deja inquietudes de lo que puede pasar en un inmediato futuro ¿Será qué el gobierno está haciendo un anuncio porque ya tiene una decisión tomada? o ¿Tal vez es una estrategia de presión para las Farc?
Me inclino por la segunda opción, por más que el jefe negociador muestre los dientes: “es posible que un día de estos las Farc no nos encuentren en la mesa”; parece la promesa del novio cornudo, que se molesta con su amada, pero continúa dándole infinitas oportunidades. No creo que estén dispuestos a levantarse de la mesa y tirar por la borda todo el trabajo de estos años, especialmente, porque tendrían que cargar con el lastre de ser los responsables del rompimiento.
Más bien, tratan con ello de controlar un poco la opinión pública, que ratifica su desacuerdo con la manera como se están haciendo las cosas; la última encuesta deja muy mal parado al presidente, acercándolo a mínimos de impopularidad históricos, posiblemente lo que habría motivado este intento de mostrarse algo más enérgicos y amedrentar a las Farc, que tiene el sartén por el mango y no lo quiere soltar.
Incluso el gobierno, sabe que dialogar en medio del conflicto es cada vez más improbable y busca una opción, que puede ser la eventualidad de una suspensión de los diálogos, para replantear todo con reglas claras, llamar a los países garantes y fijar plazos, sin que esto signifique terminar con el proceso; entonces sí, que las Farc decidan. Una salida inteligente, si tenemos en cuenta que aliviaría la crisis y el balón estaría otra vez en el campo de los terroristas, quienes seguro no aceptarán, con su terquedad, acabarán por patear el tablero de ajedrez, ya ha ocurrido en ocasiones anteriores.
Lo indiscutible, es que a De La Calle se le nota en un punto de quiebre, hastiado de dialogar con sordos; pero también se percibe en sus palabras, tedio con el gobierno que representa, obstinado en un camino de paz que cada día se complica más.
Cuando dice que el proceso va a durar poco, por su tono pesimista, no es difícil concluir que estamos cerca de una definición no muy favorable para el país; ahora vemos los resultados de llegar a la mesa mendigando paz, buscando protagonismo, premios o reelección. Era forzoso llegar con una posición firme, iniciar con los temas más complicados, que no eran de tierras, sino la justicia y las víctimas. Lamento decirles a los que se creyeron el cuento de Santos y votaron por la paz, que esto puede prolongar el conflicto; las Farc hoy serán más difíciles de derrotar por el reconocimiento político, más ventajas estratégicas que en el Caguán, con más cultivos ilícitos y mientras tanto, Colombia se desangra en una violencia que parece no tener fin, en la que caen los más humildes.