MI COLUMNA
Por Mary Daza Orozco
“Internet; Facebook, Twitter, representan a multitudes ignoradas, por el estrecho círculo del poder”. Esto dijo el escritor y politólogo mexicano Carlos Fuentes, en Bogotá. Lógicamente sustentó esta apreciación en el último suceso mundial en el que las redes sociales jugaron un papel importante en la renuncia de Mubarack y su salida de Egipto.
Nada más claro para definir los medios de convocatoria con que se cuenta ahora, pero esas multitudes son de jóvenes, porque ha llegado el momento en que la historia política de los pueblos la decida la juventud, que arrastra con su convicción y valor a los mayores temerosos.
África, con la mayoría de países de sociedades tribales se acostumbró a que los mayores decidieran, de ahí los numerosos gobiernos autocráticos eternizados en el poder. Todavía está clara en la memoria la dictadura de Haile Selassie, emperador de Abisinia hoy Etiopía, el segundo país más antiguo del mundo, cuando salía en carrozas recamadas de oro y lanzaba monedas a la multitud hambrienta que se arrodillaba a su paso por las calles de la capital Addis Abeba, fue derrocado en mil novecientos setenta y cuatro por otro dictador y luego otro hasta cuando se logró un gobierno democrático que es el que tiene actualmente; y es África el escenario, en estos momentos, del poder de las redes sociales.
Bien, me refería a los jóvenes que refrendan el pensamiento de Fuentes, se citan, se escriben consignas, mensajes constantes y salen a las calles dispuestos a triunfar en su empeño, esta vez el detonante, ya se sabe, fue un joven profesional que a la manera de los bonzos del Tibet, China y la India se prendió fuego en Túnez y con su cuerpo ardiente prendió la mecha de lo que hoy ya es imparable: Yemen, país ubicado en un rinconcito de la península Arábiga, Nigeria la del hambre eterna, y otros más que se aprestan a pedir un cambio de gobierno para lograr la posibilidad de una vida digna, soltando cadenas y respirando libertad.
Carlos Fuentes puso el dedo en la llaga y le dio categoría a los medios tan satanizados y vilipendiados, porque la Internet es el más poderoso medio de comunicación, y digo que puso el dedo en la llaga porque reafirma, la denominación de Cuarto Poder, no quinto como dijo un renombrado personaje vallenato el día del periodista. José Salgar, en su libro Coletilla, lo llama el Primer Poder, y sí, porque si son capaces los medios de ser el conducto para derrocar al primer poder de una nación, sobran las explicaciones.
Los politólogos insisten en que seguirán cayendo sátrapas, faraones, dictadores todos al fin y al cabo, y seguirán las redes sociales como instrumentos poderosos para la convocatoria y para que el mundo conozca las historias a pocos segundos de ser escritas, habladas o grabadas en cualquier región donde resuene un grito de libertad. Sin embargo, hay que usarlas con responsabilidad, porque los vituperios a los medios y por ende al periodismo vinieron por el abuso del poder que se detenta cuando se tiene una pluma, un computador o un micrófono para escribir, hablar, mostrar con libertad. El poder engolosina y el Cuarto no está exento de traspasar los límites de lo permitido: el derecho de los pueblos, de la gente, del ciudadano a que se les respete.