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El potencial afro de nuestra tierra

Algunos investigadores de nuestra historia consideran que la población cesarense (y regional) está preponderantemente cruzada, determinada, por las raíces afrodescendendientes pero décadas tras décadas ha prevalecido la falta de autoreconocimiento como tal y es probable que eso haya incidido para que esas comunidades raizales del Cesar no se valoren en su real dimensión.

El pasado fin de semana se celebró el Día Mundial de la Afrocolombianidad y llama la atención que esa fecha pasó un tanto desapercibida. “Lo que pasa es que el negro del Cesar, en su mayoría, no se ha dado cuenta que es negro”, afirma de manera irónica el historiador cesarense Simón Martínez.

Esa expresión tiene mucho de realidad hasta el punto de que una tambora de Tamalameque tiene un verso que dice: “Un negro me dijo negro, siendo él más negro que yo, si él tiene los dientes blancos es porque Dios se condolió”

Si se hace un ligero repaso de la historia de los procesos productivos en toda la región que hoy constituye al departamento del Cesar, es inevitable encontrar la incidencia de la población negra en el desarrollo económico de estos pueblos, fueron los afrodescendientes los que forjaron las grandes ganaderías y actividades agropecuarias, en razón a que los primeros esclavos que trajeron los españoles vinieron con esa misión específica, algo que nuestros indígenas no podían ni sabían desarrollar.

Luego al abolirse la esclavitud, y desarrollarse los procesos del mestizaje, todas esas funciones productivas siempre estuvieron en manos de ese tipo de población.

Con el paso del tiempo todos esos conocimientos primarios se fueron perfeccionando hasta lograr niveles de desarrollo económico que involucraban a todas las distintas razas.
La lista de valores de nuestras poblaciones ancestrales es inmensa, comenzando por nuestro folclor vallenato que hoy mostramos con orgullo ante el mundo, – como el primer rey vallenato Alejandro Durán y el actual Almes Granados-, la mano de obra en las grandes obras de infraestructura física, la gastronomía típica de aquí tiene marca propia en su origen negroide, la oralidad e idiosincrasia regional se la debemos a los negros. El primer escritor del Cesar fue el negro Juan Manuel Barrera; y ha quedado en nuestra historia regional, y en la vecina península guajira la huella libertaria de José Prudencio Padilla, y ‘El Negro’ Robles, dignos hijos de esta tierra negra, mestiza y tropical.

Como se puede ver, el potencial de nuestras comunidades afrocesarenses de ayer y hoy es invaluable, pero tal parece que esa evaluación no se ha hecho en una fecha especial creada precisamente para eso.

Es hora entonces de la autodeterminación, de rendirle homenaje a la diversidad cultural y étnica que tiene el Cesar y que en realidad se cumpla lo planteado en los consejos comunitarios que nacieron con el Decreto 1745 de 1995 como máxima autoridad de las comunidades negras en los corregimientos de Valledupar.

Es el momento de fortalecer las organizaciones sociales que buscan afianzar el concepto general de lo que realmente connota la población afrodescendiente, y valorar a la mujer y al hombre orgullosos de su condición, raza y cultura.

Categories: Editorial
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