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El postconflicto en el Cesar: a trabajar

Acaba de expedir el Gobierno Nacional una serie de decretos, para la implementación del Acuerdo de Paz. Son en definitiva un conjunto de medidas para crear mejores condiciones de bienestar para los colombianos, y en particular para sus habitantes más pobres: los del campo. Es bien sabido que la pobreza rural es catorce puntos superior a la urbana (25 % a 39 %) y que de cada diez habitantes rurales cuatro son pobres y de ellos, dos extremadamente pobres.

Varios de estos decretos tienen que ver directamente con el Cesar y abren un camino interesante para poder sacar provecho de dicha oportunidad. En cierta medida eso será el postconflicto. La posibilidad de participar y subirse a unas dinámicas de desarrollo. De subirse a un tren que está arrancando, y que va tomar velocidad. Con o sin nosotros. Me refiero, con o sin cesarenses adentro. Por lo tanto, es básico que las autoridades se preparen para montarse en ese tren y no nos deje atrás. Si el Cesar no se prepara, no hay ninguna garantía que seamos pasajeros de ese tren.

Empecemos por decir que el Gobierno Nacional creó 16 Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, conocidos como los PDET, en igual número de regiones, basados en cuatro criterios de selección: niveles de pobreza; grado de afectación derivada del conflicto; debilidad institucional y administrativa, y presencia de cultivos ilícitos y economías ilegítimas.

Ahora bien, estos 16 PDET, que comprenden 170 municipios, son definidos cómo instrumentos de inversión social y de reconciliación en el que todos los actores trabajarán de manera muy participativa en pro de la paz y del desarrollo de sus regiones. Aquí se entiende cuál es el fin último del postconflicto: erradicar la pobreza y buscar el desarrollo social y económico de las regiones más atrasadas y olvidadas del país. Buscar una relación más equitativa entre el campo y la ciudad.  Es la búsqueda de una paz más grande que solamente la de silenciar los fusiles. Es buscar el desarrollo en los términos de Amartya Sen, de libertad. De poder ser libre de la ignorancia y de las privaciones. De ampliar las posibilidades de escoger. De escoger ser educado y de no tener miedo. De no tener hambre y de poder trabajar. Esa es la paz de la que estamos hablando y que queremos construir.

Los PDET serán el principal instrumento de planificación para la inversión del postconflicto. Por eso hay que estar ahí. Por eso hay que subirse a ese tren. Que es el de la inversión, pero también el de la reconciliación, la participación comunitaria y la construcción colectiva.

De los 16 PDET, hay cuatro en departamentos del Caribe. Se denominan: Sur de Bolívar, Sur de Córdoba, Montes de María y Sierra Nevada-Perijá. Este último es el que nos interesa. Incluye a tres departamentos: Magdalena, Cesar y La Guajira. A quince municipios, ocho del Cesar, tres de La Guajira y cuatro del Magdalena.

La Agencia de Renovación del Territorio será la encargada de los PDET, que buscarán la transformación estructural del campo, lo que  hará basada en dos pilares: la inversión pública y la participación comunitaria. Entonces el llamado no es sólo a que las autoridades gubernamentales se preparen, sino a que la organización comunitaria, sociedad civil e inclusive, los centros académicos también estén listos para ayudar a preparar los PDET.

El Cesar a su vez tendrá ocho municipios participando de éste PDET. Valledupar (zona rural), Codazzi, Becerril, La Jagua, Pueblo Bello, San Diego y Manaure.

Con la creación de los PDET también se promulgaron otros decretos que van a beneficiar a los campesinos colombianos. Se llevará a cabo un programa significativo de formalización de la tierra, se implementará el Plan Nacional de Electrificación Rural y el Plan de Vivienda Social rural y saneamiento básico. Algo muy importante, se reglamentó el pago por servicios ambientales y los incentivos al servicio educativo y el tema docente en zonas en conflicto. Para el sector privado y cómo instrumento de financiación del postconflicto, se les permitirá a las empresas extractivas la opción de pagar impuestos con obras de infraestructura en las zonas más afectadas por el conflicto.

Tomado de  www.forjandopaz.com

Así que el menú se está sirviendo, aún faltan platos. Pero ya hay que pedir. Ya las regiones tienen que definir qué solicitan y para eso deben conocer los ingredientes del menú. El primer aporte ha sido cerca de 1.000 millones para vías terciarias en el municipio de La Paz.

En fin, lo que hay hasta ahora es una serie de promesas muy esperanzadoras, pero aún en el aire. Hay que aterrizarlas y sobre todo fondearlas con recursos de un Estado deficitario que cada día tiene que raspar más y más la olla, por las reclamaciones sociales y paros a los que se ve enfrentado.

Se dice que la esperanza es lo último que se pierde. Lo que se pierde son oportunidades de participar, si no se está preparado y si no se hacen las peticiones y reclamos de derechos en este caso de las víctimas del Cesar.

Por Fernando Herrera Araújo y Diego Herrera Téllez

@fherreraraujo

 

Categories: Análisis
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