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El populismo y la igualdad social

El populismo es una expresión o palabra negativa, de poco respeto, para referirse a un sentimiento muy usada dentro de las actividades políticas cuando se predica sobre el uso de acciones de supuesta entrega   masiva al pueblo, con el objeto de ganar su simpatía, en especial si está presente el derecho al voto, aún a costa de tomar medidas contrarias al verdadero sentimiento y querer democrático.

El populismo como tendencia política cuando es mal usado, se disfraza con las ideas de defender los intereses y aspiraciones de un conglomerado.

Actualmente su mal uso debe ser considerado como una acción punible y sancionarse como delito, con pena grave, pues dentro del político obsesivo siempre se manejará bajo el engaño y nunca debe ser considerado como falta por la sola intención de aprovechamiento y manipulación cuando sin vergüenza alguna, se valen hasta de los medios de comunicación bajo el libre albedrío para promulgar falsos sentimientos.

Así son y nacen las formas de gobierno populistas que, bajo el estandarte de liderazgo a través de un cabecilla supuestamente carismático, valiéndose de propuestas de igualdad social y utilizando la movilidad popular de unos pocos súbditos, distorsionan las mentes modestas a través de argumentos emocionales por fuera de toda razón inaceptables. 

El término populismo en sí mismo no implica que el régimen pertenezca a la derecha o la izquierda, sino que también predica sobre otros aspectos políticos administrativos y de planteamientos utópicos como soluciones económicas.

El populismo nació como consecuencia de los predominios rusos y norteamericanos que, a través de proyectos con medidas modernistas, solo buscan la simpatía del mercado de consumo y no sus beneficios sociales, y de allí surgen el imperialismo y nacionalismo de derechas e izquierdas; el verdadero populismo nace como reacción a estos movimientos arbitrarios y dominantes que con sus economías indolentes sólo han propiciado guerras eternas.

Cuando muchos gobiernos toman medidas sociales justas para su población, entonces son tildados de populistas como menosprecio a tales fines y en especial cuando unidos al capitalismo progresista lo hacen; aquí el término es usado con suspicacias de resentimientos para eliminar a este capitalismo base del trabajo digno.

Una buena intervención del Estado puede estabilizar la economía, entonces nace el temor que los sectores populares detenten la totalidad del poder, en especial cuando son manejados por cabecillas populistas, quienes miran con cara enemiga a esas  clases acomodadas, que tienen intereses opuestos a la clase trabajadora, y que esta con  la cultura autóctona para rechazar el dominio del poder económico o imperialismo, sin necesariamente estimar  el nacionalismo y el sentido de pertenencia regional, suelen obrar, predicando la igualdad como argumento promisorio.

La igualdad en definitiva es un término etéreo que en los seres humanos sólo se da en el trato idéntico sin ningún tipo de reparo.

La igualdad se arma sobre las políticas que desarrollan oportunidades en el mercado del trabajo y su redistribución, como sobre las políticas que corrigen las desigualdades.

La igualdad hace parte de la justicia. Aquí la justicia es saber distinguir lo igual de lo desigual. La justicia cuando se aplica de la misma forma es igualdad, cuando se aplica de acuerdo a las condiciones de la situación eso es equidad.

Para que haya igualdad se requiere tener todos lo mismo y de lo mismo; equidad se traduce en un derecho para lograr las mismas oportunidades. La igualdad, por el contrario, determina que todas las personas tengan lo mismo, pero nunca habrá equidad, si tener lo mismo, no se maneja con criterio humanitario y de servicio en cuanto a derechos, recursos y oportunidades.

En matemáticas, la igualdad expresa la equivalencia de dos cantidades, que no existiría si prescindiéramos de las teorías de las aproximaciones. 

Hay que evitar los líderes populistas con ansias de poder, porque el populismo es el sistema más práctico en los gobiernos corruptos, que apoyándose en la intimidación y la mentira se convierten en el método ideal para destruir las democracias bajo unas cartas marcadas con la igualdad social.

El político populista, obsesivo de resentimientos, se extasía con el término de igualdad social, pero su odio, en vez de promulgarla con su sentido real, lo que hace es pisotearla.

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Fausto Cotes: