El gusto por la poesía es inherente al ser humano, nace con él y aun en aquel que nace con un sello bancario en la frente tarde o temprano termina pagando la mejor orquesta, conjunto o leyendo a cualquier poeta, en última instancia colocándole una serenata a su novia, así le duela pagar. Pero de alguna manera manifiesta su gusto por el arte y la poesía.
No niego que ciertas personas nacemos con un porcentaje adicional, pero nadie arranca por si solo componiendo ya con medidas de verso, estrofa, rima consonante, asonante, géneros y figuras literarias; eso se aprende poco a poco, así sea oyendo o leyendo a otros, nadie nace aprendido, estas reglas se pueden enseñar.
En ocasiones cuando no se tienen los medios se va aprendiendo, obedeciendo la natural intuición con discernimiento pero de todas maneras se necesitan modelos.
El porcentaje adicional te da una ventaja sobre los demás, así como todos entendemos los números, hay quienes tienen un porcentaje adicional para las matemáticas y en eso se destacan, así en cualquier ramo, igual pasa con la música, todos nacemos sensibles al sonido deliciosamente combinado en armonías por ser el ser humano fonético y oyente.
Los alquimistas decían: “Para hacer oro hay que tener oro”, o sea ellos lo que hacían era multiplicar el porcentaje que tenían como materia prima, lo que quiere decir que todo ser humano puede multiplicar el gusto que tiene por la poesía o por la música, estas deberían ser clases obligatorias en el bachillerato, como basamento de su profesionalización.
Claro, si lo que el joven quiere es ser médico déjalo que sea médico así le guste la música. “Papi yo lo que quiero es ser piloto”. Deja al muchacho que vuele, si el chico va a comer y hace con el arroz un balón, cómprale los guayos, pero si tu hijo convierte el libro en un acordeón ayúdale a que multiplique su gusto por la música porque es incontrovertible que todo tiene su primigenio y natural impulso.
Los primeros años son definitivos para ir desarrollando el conocimiento hasta convertirlo en un potencial digno de exponer y desarrollar una trayectoria y por fin dar lo mejor de la producción y eso es en la plenitud de la juventud, divino tesoro, luego viene la experiencia y la maestría.
Pero como dicen por ahí, no hay verdades absolutas, hay quienes nacen sordos, por otro lado los años no son óbices para aprender a escribir versos y aprender algún instrumento: “Loro viejo no aprende hablar” ¡Mentira! El conocimiento es juventud, cada vez que aprendes algo nuevo rejuveneces.
“El poeta nace, no se hace”, perdón compadre, las dos cosas.