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El pobre y el rico… andamos mal

“Si el rico en la calle se quita el pantalón nadie lo critica, esa es civilización, si en cambio es un pobre que se lo llegue a quitar, métanlo a la cárcel va en contra de la moral. Si un rico sale a la calle en pantalón cortico, aunque sea muy flaco, todos lo miran bonito, si en cambio es un pobre que se lo llegue a poner, mira a ese corroncho que todo lo quiere hacer”.

No pudo venir a mi mente una canción más apropiada para describir lo que está sucediendo en la tierra del Almirante Padilla quien termino injustamente fusilado como consecuencia de la envidia de quienes quisieron ser berracos como él y nunca pudieron, es la canción titulada ‘El pobre y el rico’, de la autoría de Oswaldo Monterosa, que fue grabada por él con Gustavo Badel en año 1979. En ella describe ese señor magistralmente la situación que se presentan en nuestros pueblos donde hay gente que a los nuevos ricos los aplauden y a la gente de origen humilde y honesta la calumnian, la destruyen y gradúan de ratera.

Recordé esa canción después de una situación que presencié durante un evento realizado en el Sena Regional Guajira, a donde acudimos para acompañar al señor Procurador General de la Nación. Sucedió que todo mundo escuchó y aplaudió las exposiciones de la señora Gobernadora, de la Procuradora delegada para la Infancia y Adolescencia y a la directora del ICBF, estas últimas nacidas en el altiplano, todo iba normal pero cuando anunciaron la intervención de un guajiro nacido y criado en hamaca como yo, que en medio de tantas malas nuevas no ha hecho más que sacar la cara por La Guajira, de inmediato un bárbaro que allí se encontraba y que seguramente no lo conoce, dijo: “Ya vino hablar mierda, es un ladrón” y agregó para completar su indecoroso jetabulario: “De qué le sirven a La Guajira los libros que escribe”, pero como no hay gente sin gente como decía Ivo Iguarán, el individuo no se había percatado que detrás de él se encontraban dos hermanas del agraviado y otros familiares y amigos que lo pusieron en su lugar, y uno de los presentes comentó muy acertadamente que allí quedó demostrado que cada quien juzga a los demás de acuerdo con su condición, que no hay ladrón que no piense que los demás lo son.

Lástima grande que esté de moda en la tierra que uno nació, exaltar, adular y rendir pleitesía a los inescrupulosos súbitamente enriquecidos de los que dicen al verlos ostentar: “ese está trabajando bien, aprovechó la oportunidad”, pero si alguno de sus coterráneos aparece en la prensa o lo mencionan en la radio por la gestión que hace en favor de los demás, inmediatamente dicen: “Ese está robando”, como si fuera delito ser intelectual y digno de admiración el traqueto.

Compartimos plenamente la preocupación por el canibalismo guajiro a que se refirió un reciente editorial del Diario del Norte, la gente mala insiste en silenciar a la gente buena, es cierto que uno no puede ser monedita de oro para caerle bien a todo el mundo pero no es para tanto, se repite el drama de Penélope porque mientas muchos tejen durante el día, algunos malos se amparan en las capuchas para destejer por las noches… ¡Que vaina!

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Luis Eduardo Acosta Medina: