Este 9 de febrero se celebra en Colombia el día del periodista, la fecha ideal para compartir reflexiones sobre uno de los ejercicios más valiosos para el mundo.
Atraviesan los medios de comunicación de Colombia una de las peores crisis que se recuerde. Crisis que no nació en la pandemia, pero sí se agravó. Todos luchan por informar y sobrevivir, con principios e ideas diferentes, pero el objetivo es el mismo, porque desde el medio nacional más importante hasta la emisora o el periódico impreso más pequeño del municipio más apartado del país quiere seguir aportando.
Lo tradicional, desde hace años, viene en ‘decadencia’ constante porque lo digital avanza sin pedir permiso y atropellando a todo aquel que no decide subirse al bus. En la región, los medios sintieron pasos de gigante y se subieron, unos con más éxito que otros, pero todos apostaron por las ramas digitales: portales web, redes sociales, interacción con los usuarios, etc.
Esa entrada intempestiva de las redes sociales y los portales web no solo masificó la información filtrada, también el mal social del siglo XXI: las noticias falsas. La amenaza es real: las noticias falsas son enemigas de la sociedad y el periodismo, corrompen sus bases, sus principios. Por eso enfrentarlas requiere de una alianza. Divididos ganan las fake news.
Esa alianza implica compromisos de las partes. En el caso del periodismo, hecho por profesionales de la sociedad, no por actores externos, es necesario trabajar incansablemente para recuperar la confianza total de la audiencia, buscar la comprensión de su dinámica y hablar el mismo lenguaje. Ser un puente y mensajero de intereses colectivos. Todo sobre un valor fundamental: la ética.
Por su lado, la sociedad tiene la responsabilidad de informarse y creer por encima de sus sesgos personales. La realidad no siempre estará acorde con mi opinión. Pero, sobre todo, debe la sociedad, para conservar y fortalecer una de sus bases, el periodismo, darle una mano a los medios de comunicación.
El periodista es un actor social que requiere protección especial para el ejercicio de su profesión, no de las autoridades, sino de la misma comunidad, a quien debe su profesión. Cada ataque en contra de un periodista que se preocupa por la verdad, significa un paso atrás en el propósito de ser mejores como humanidad.
El valor del periodismo es su arrojo y su búsqueda incesante de la verdad, que es lo real y no aquello que no se puede respirar. En este día, como siempre, recordamos a Guzmán Quintero, inmolado por esa incesante lucha y no doblegarse.
Recordamos que la esencia del periodismo es lo que sobrevive frente a los embates desenfrenados de la modernidad y del reportero espontáneo que desde cualquier celular móvil registra un hecho, con audios, fotografías o videos, sucedido o no sucedido, y lo expone a la luz pública. Lo suelta sin filtro, sin contexto, sin análisis, y empieza a hacer carrera la primera impresión. Pero el buen periodismo es otra cosa.
Felicitamos a todos los periodistas, comunicadores, y también a los que le facilitan por extensión su labor. Plácemes en la comarca.