Rodrigo López Barros
El perdón cristiano tiene otra característica: ante la justicia del equilibrio “ojo por ojo, diente por diente”, establece como alternativa válida el “perdón a los enemigos” (Mt 5, 44). En este sentido el perdón auténticamente cristiano es riesgoso: posibilita que se infiera otra ofensa pero para el cristiano éste es un riesgo que vale la pena correr porque confía en un cambio positivo.
Otra modalidad cristiana del perdón es la gratuidad. El cristiano es llamado a perdonar con una actitud humilde y no humillante, puesto que no pone al otro de rodillas. Ha de proceder con sinceridad y con un estilo de vida que de confianza al otro. El perdón no entra a considerar el hecho de quién tiene razón o a quién se ha ofendido injustamente; el perdón es una realidad para compartir entre pecadores. El cristiano da el perdón de modo gratuito porque lo ha recibido de Dios también de manera gratuita: “gratuitamente lo habéis recibido, gratuitamente lo daréis” (Mt 10,8).
Ha de considerarse inmaduro psicológica y religiosamente el perdón motivado por el “miedo de ir al infierno” o animado por la recompensa de ir al paraíso” o, aún, “justo para sentir aliviada la conciencia”. El auténtico perdón cristiano no deberá estar motivado por el miedo a un castigo o por un placer o por recibir un premio, ni se puede perdonar sólo para evitar los desagrados del llamado “remordimiento de la conciencia”.
Así mismo en la concepción cristiana el perdón no es asunto de un solo acto sino un empeño y una predisposición, es una actitud dinámica-evolutiva que prevé etapas y correlaciones con el desarrollo de otras dimensiones de la personalidad. El perdón, como el amor, cristianamente entendido, no es posible confundirlo con el momento final, pues, requiere de un proceso para alcanzar un mayor grado de perfección. En la concepción cristiana, lo que más debe interesar a la persona no es tanto saber qué punto de perfección consigue sino más bien la intensión sincera de encontrarse inserto en un proceso de evolución que necesita de esfuerzo constante para mantenerse en ese camino.
El perdón auténticamente cristiano es por consiguiente un proceso que evoluciona lentamente. Es muy importante estar abierto y predispuesto a recorrerlo para llegar o aproximarse lo más posible a la maduración moral del perdón auténtico, como lo es el de Dios para el hombre.
Traducción del Italiano.Doctor Aureliano Pacciolla, consultor psicológico, docente en Roma de psicología de la personalidad (LUMSA) y Psicoterapia).