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El Péndulo

Ir y regresar eternamente, como el péndulo, parece un castigo mitológico, pero es más un sino dialéctico en la vida del ser humano, en lo físico y también en el ámbito de las ideas y la política. Hoy América se mueve para desembarazarse de la avalancha socialista que germinó en Venezuela, con semilla cubana y abono narcoterrorista; un socialismo dizque renovado -del siglo XXI- y dizque revolucionario, mal amarrado a la figura de un conservador por antonomasia -Simón Bolívar-; un sistema que pareció funcionar mientras tuvo plata, pero terminó sumido en sus confusiones, atropellando la democracia, destruyendo el aparato productivo, silenciando la libre expresión, vulnerando derechos fundamentales y untado de la corrupción que dijo combatir para encaramarse al poder que, definitivamente, le quedó grande.

Hoy América Latina vuelve por sus fueros de recuperación de derechos, de estatismo moderado y reivindicación de la iniciativa privada. Hasta Cuba se cansó de rabietas anti-imperialistas y hace las paces con su enemigo, abriendo lentamente las puertas de su comunismo añejo.

Hay expectativa por las consecuencias de la victoria de la oposición venezolana, que dependerán de su sindéresis para entender y aprovechar el momento. De su capacidad para encontrar identidades que permitan una posición verdaderamente ganadora en la Asamblea, depende el futuro inmediato de Venezuela, que tiene otra pata en la posición del ejército, que llevó al poder a Chávez y se lo quita a Maduro al impedir el fraude electoral. Quiera Dios que los perdedores no caigan en acciones desesperadas, un riesgo todavía latente.

Y si por Venezuela llueve, en Argentina no escampa; un país que se sacude de 12 años de resurrección del peronismo populista en el cuerpo ajeno de los Kirchner, con Evita incluida, y con destrucción económica, antiimperialismo, abrazo chavista, admiración castrista y corrupción desbordada.

La corrupción y la destrucción del aparato productivo están haciendo caer por su base al Socialismo del siglo XXI, y Brasil no es la excepción. El mundo admiró a Lula -el Lech Walesa latinoamericano-, el obrero sindicalista; pero esa imagen está deslucida por la corrupción, que hoy tiene a Dilma Roussef -su heredera- enfrentada a un juicio político que, seguramente, llevará a Brasil al otro lado del péndulo.

¿Y Colombia? López Pumarejo decía que “al país le gusta estar a la penúltima moda”, y hoy pareciera que mientras todos vuelven, nosotros vamos, porque el precio de la paz es cada día más alto, empoderando políticamente a un grupo terrorista que hace la guerra mientras habla de paz; que denuncia a la clase dominante corrupta, mientras negocia con mafias internacionales; que destruyó el aparato productivo rural y le permitimos reconstruirlo a su amaño. Los abanderados del Socialismo entrando gratis al Congreso colombiano, mientras salen de la Asamblea venezolana. Colombia del otro lado del péndulo.

Nota bene: por su posición durante la campaña electoral venezolana, Andrés Pastrana merece nuestro respeto; Piedad Córdoba nuestro repudio.

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