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El pecado de la usura

Por José Félix Lafauire Rivera

El término usura se utiliza para referirse a los intereses de los préstamos, cuando las tasas de interés se perciben como excesivamente altas. A propósito de la Semana Santa, ha sido la Iglesia Católica a lo largo de su historia, la principal institución que ha censurado el alto cobro de intereses; por ejemplo, San Buenaventura, decía que con el cobro de intereses se vendía el tiempo. En ese sentido, bien vale preguntarse cuanto es el tiempo futuro y trabajo, entendido como generación de riqueza, que están entregando las personas que acceden a créditos y, si realmente el sistema financiero colombiano está contribuyendo al mejoramiento de la calidad de vida de los menos favorecidos o por el contrario está agudizando su pobreza. Hoy la tasa de usura en créditos corrientes y ordinarios es de 31,25% E.A., es decir 13 veces la inflación de 2012. Nada más desproporcionado.

Aquí hay dos variables que merecen ser analizadas. Una, la tasa de interés y dos, la inflación. Contrario a lo que afirmaban los escolásticos del Siglo de oro español, el dinero tiene un costo y su valor debe ser reconocido pagando una suma adicional al capital, que cubra el mayor valor de los bienes y servicios en un periodo determinado -inflación-, más el costo de oportunidad del dinero y una razonable utilidad al prestatario. 

No suceden así las cosas. Digamos algo obvio: el sistema financiero es el motor dinamizador de cualquier economía, pero también aceptemos que, en el caso colombiano, existen unas altísimas tasas de interés en los diferentes portafolios, que además, van en contravía con las señales que el Banco de la República envía a la economía en general, a través de la tasa de referencia que hoy es de 3,25% E.A.; tasa que viene en descenso desde mediados de 2012, cuando estaba en 5,25% E.A. ¡200 puntos básicos menos! Casi la mitad en un año. 

Pero, mientras el Banco de la República baja sus tasas, no sucede igual con la usura ni tampoco con el microcrédito, que en teoría está estructurado para ayudar a las personas más humildes, pero que contradictoriamente, son sometidas a tasas mayores a las de usura. Se dirá, que es el mercado el que la regula. Pero también es bueno decir que el mercado son los bancos, los mismos que les interesa que sea lo más alta posible para pegarse al techo y así poder ofrecer créditos a altas tasas a sus clientes. El pez que se come la cola, en un círculo perverso. ¿Qué explicación tiene una tasa corriente de microcrédito del 35,63% E.A., con tasa de usura del 53,45% E.A? Lo triste es que pocos colombianos acceden a un crédito y los que lo hacen deben pagar tasas impagables, como lo muestra la cartera vencida que creció en un 15%. Eso en lenguaje sencillo es amoral. 

En el entretanto, el sector financiero alcanza utilidades cada vez cuantiosas. Solo en 2012 sus ganancias fueron de 39,6 billones de pesos, lo equivalente al 42% de lo que valen todos los predios rurales de Colombia. En solo enero de 2013 ya alcanzaba 6,1 billones. Podrían comprar todo el inventario de tierras en el país en dos años. Por eso no es gratuito que el sector financiero participe con el 19,8% del PIB; mientras que la industria y el agropecuario lo hagan cada vez menos, 7,7% y 6,2% respectivamente. 

De ahí que he venido sosteniendo, entre las falacias de La Habana para acabar el conflicto, que no es la tierra ni el desarrollo rural el que cambiará la ecuación de pobreza y marginalidad. Son otros los sectores concentradores de riqueza, los mismos que no han mostrado ninguna solidaridad cuando el gobierno afirma que NO negociara el modelo de desarrollo ni la economía de mercado con excepción del sector rural. Que no les pase lo que le paso  a aquellos que no quisieron oír al dramaturgo alemán cuando advertía sin éxito sobre las consecuencias del nazismo, hasta que no quedó uno en pie. 

¿Qué tal que Márquez aplicando la sentencia de los escolásticos, resuelva que como el dinero no es productivo, todos los bancos practican la usura y ese sea el camino Chavista de la expropiación?

 

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