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El paseo vallenato de Santrich. La elegía de Trinidad

Después de la liberación de la Corte Suprema de Justicia, el consabido discurso y la fallida incorporación al Congreso Nacional, Santrich, comentando que ya no tenía casa en Bogotá, pasó los últimos días en los Espacios Territoriales ( ETCR) de Pondores, Fonseca, y Tierra Grata, La Paz, y ha retornado a la capital para rendir indagatoria ante la Corte y finiquitar los requisitos para posesionarse como representante, por la circunscripción del Atlántico. En el entretanto corren términos para que la JEP defina lo de su extradición. Va a encontrar en Bogotá el ‘barro duro’, en medio de la filtración de nuevos videos, la polarización, la desaprobación presidencial y la incertidumbre sobre la implementación de los acuerdos, como el exnegociador De La Calle lo advirtió ayer.

Es de prever que Santrich haya pasado ratos apacibles con la otrora tropa bajo su mando, que ha estado al presente comprometida con la reincorporación, correspondida con la voluntad del Gobierno, como lo evidenciamos en el foro que EL PILON hizo con la ONU en marzo. Pero, la reincorporación es una parte de la implementación de la paz y hay un propósito del gobierno Duque de limitarse con rigor al cumplimiento de solo aquélla.

Por su situación personal , prisión de un año y, como se ha notado, por amistad y camaradería castrense al frente del Bloque Caribe, Santrich le ha hecho guiños a Ivan Marquez, el exnegociador de las Farc, que parece recorrer el camino hacia la abierta disidencia. El Gobierno, por convicción y presión de sectores radicales del CD, en lugar de traer al proceso este sector emergente, hace todo lo posible por distanciarlo, quizá como muestra del fracaso del acuerdo del predecesor, pero no asido a la conveniencia para la Nación de ahorrarnos conflictos dolorosos. Igual, consciente, la Farc, el partido, prefiere que Marquez y sus aliados se retiren antes que romper el acuerdo para satisfacer su rebelde posición. Timochenko dejó claro que la paz va con Marquez y Santrich o sin ellos. Es decir, Santrich está en un grave problema personal y político, y sus declaraciones al tiempo inteligentes y provocadoras no dejan de agravarlo. Cada vez que habla mina la confianza del proceso, dijo Sergio Jaramillo.

Santrich también tuvo días para hacer la elegía a Simón Trinidad, quien ha llevado la peor parte de la historia (dada la mejor suerte de los jefes sobrevivientes) en su infinita cárcel en los Estados Unidos, al que, para justificar la extradición, lo acusaron de narcotráfico, cargo que la justicia allá desestimó, aunque fue condenado al final por el secuestro de los gringos, con la prueba de que como hacía parte de la cúpula tenía responsabilidad personal, punto que acogió un jurado ciudadano pero que probablemente no lo hubiera hecho un juez penal, cuando, precisamente, fue detenido en Ecuador negociando la liberación y el presidente Uribe, posteriormente, sin obtener el sí de las Farc, había ofrecido públicamente no extraditarlo a cambio de la liberación de todos los rehenes.

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