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El pasado no perdona

Por Luis Napoleón de Armas P.

Desde que Rodrigo de Triana dio el grito de “tierra, tierra”, la suerte de lo que es hoy Colombia, quedó escrita. Toda la historia de Colombia ha tenido como matriz central, la tenencia de la tierra: aquí han nacido las guerras, aquí se estructura la política, aquí se construyó el modelo de desarrollo del país, aquí nos ganamos el Nobel de ser uno de países más inequitativos del planeta.

En los campos colombianos se han dado las mas grandes tragedias, los mayores atropellos y han sido el sitio de batalla de la barbarie contra la democracia.

El informe del Centro de Memoria Histórica es aterrador y recoge lo que ha venido pasando en los últimos 54 años en nuestro país; no voy a enumerarlos, ya se pueden leer en muchas publicaciones.Pero esta es, apenas, una muestra temporal de lo que ha sucedido desde mucho antes del 20 de julio de 1810.

Esta ha sido una larga jornada de exterminio de los poderosos contra los débiles, del Estado  contra la sociedad civil, sin solución de continuidad,  no solo por métodos violentos, sino también por medios normativos.

Según el PNUD (2011) en su Informe, “Colombia Rural, Razones para la Esperanza”, afirma que la inequidad en Colombia radica en la tenencia de la tierra, en su uso irracional y en el despojo violento. Y señala, que aquí, la pequeña propiedad paga mas impuestos que la gran propiedad, inequidad normativa.

Entre 1980 y 2010 fueron despojadas 6.6 millones de hectáreas bajo el silencio del Estado, equivalentes al 12.9% de la superficie agraria, y de estas solo se han recuperado unas 500 mil hectárea; esto, sin contar dos millones de hectáreas despojadas entre 1940 y 1950.

Dice el informe que en Colombia ocurre el fenómeno llamado “persistencia política”; añade que desde 1998, cuando se dio la primera elección popular de alcaldes, no ha habido rotación en las alcaldías.

Dice que en Colombia, no se hace un censo agrario desde hace 40 años; de esta manera, podría banalizarse la concentración de la propiedad agraria, “principal talanquera para el desarrollo humano”.

Sostiene, además, que el modelo agrario ha fracasado. Todo eso de las guerrillas, paramilitarismo, narco tráfico y plagas derivadas como paros regionales y sectoriales, están asociados.

El país necesita unos cambios urgentes en los tres poderes del Estado, no podemos repetir la historia, independientemente de lo que ocurra en la Habana; nuestro proceso debería ser mucho mas, obvio, expedito, participativo e incluyente. Desde ya, lo que necesitamos es una revolución moral y jurídica.

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