Desde la semana pasada los vallenatos pueden disfrutar del Parque de la Vida y realmente es un ambiente que guarda armonía precisa con un entorno que debe proyectarse como la zona de mayor interés en la ciudad. Colindando con tres colegios recientemente inaugurados, cancha de tenis, coliseo cubierto, supertienda a pocos metros, puente peatonal y toda una serie de establecimientos entre consultorios y restaurantes, el parque se abre paso como un extraordinario lugar que invita a la integración ciudadana.
Es maravilloso ver en pleno centro de la ciudad personas sentadas en la grama leyendo un libro, parejas perdiéndose en sus miradas, niños corriendo en compañía de sus padres y los estudiantes caminando calmados y no corriendo como si escaparan de sus profesores.
La zona se ha rescatado, en las noches se observa un sector iluminado con mucha gente recorriéndolo en contraste con la soledad que reinaba meses atrás, esto debe comprometer a las autoridades para trazar estrategias que eviten la presencia de delincuentes y el consumo de drogas, los parques no se hacen para consumir estupefacientes, ni cervezas, ni cigarrillos; aunque muchos lo exigen dándole una interpretación errónea al libre desarrollo de la personalidad.
Ahora, esto debe conectarse con una gran agenda cultural y deportiva que mantenga el parque activo permanentemente, acompañado con zonas de estacionamiento cómodas que facilite el tránsito en la carrera 19, una de las más importantes de la ciudad, el control al comercio informal también es indispensable porque al desbordarse se convierte en un factor perturbador para el visitante, para los transeúntes y para el normal desplazamiento en vehículos como ocurre actualmente con el parque Los Algarrobillos.
Seguramente el Parque de la Vida promoverá el comercio en esta zona, por lo que se debe diseñar por parte de la administración municipal por medio de la Secretaría de Desarrollo Económico, en asocio con el sector privado, líneas que permitan detectar la clase de negocios que pueden ser instalados alrededor del Parque de la Vida, lo que nos conduciría a tener nuestro propio parque de la 93 como en Bogotá, parque Lleras como en Medellín o, en menor proporción, el parque Washington en Barranquilla; con una variada oferta gastronómica o un paraíso para el arte urbano, pero también puede ser propicio para importantes centros de negocios con sofisticadas oficinas con vista al parque, consolidando la comuna 5 y 6 como las de mayor impacto en la ciudad de Valledupar; es por ello que se debe trabajar para que cada comuna tenga su propia identidad y cuente con bienes y servicios que contribuyan al fortalecimiento económico de la ciudad.
Aunque toda la ciudad gana con el Parque de la Vida, una proyección adecuada del sector favorecerá en especial a la población estudiantil cercana al parque y realmente esto es motivo de alegría, porque indudablemente será para ellos más reconfortante llegar a sus instituciones, la inspiración no será tan esquiva, tendrán cerca referentes para emprender y el sentimiento de orgullo por estudiar en una de las mejores zonas de la ciudad será inocultable.
Esto debe ser un llamado para recuperar todo el sector del colegio Nacional Loperena y la Plaza Alfonso López.
Por: Carlos Andrés Añez Maestre