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El parque de la vida

Empecé a recorrerlo punto por punto, sitio por sitio y no escatimé esfuerzo para darle rienda suelta tanto a la imaginación como al entusiasmo, fruto de esa emoción de alegría que me embargó por el momento. 

Y recordé un hermoso proverbio indígena que dice: “Solo cuando el último árbol sea cortado, el último río envenenado y el último pez atrapado, nos daremos cuenta de que no se puede comer dinero». 

Entonces mi pensamiento se trasladó a no pocos años atrás cuando el gobernador de este querido departamento, me invitaba para que acompañara a un pequeño grupo de arquitectos que querían conocer el fondo sociológico de la provincia vallenata; por consiguiente, era necesario empezar por los pueblos que la componen y en especial aquellos que hicieron su historia a través de personajes dicientes del folclor con su música inmortal, y que hoy es patrimonio de la humanidad.

Y no se equivocó mi amigo gobernador de ese entonces cuando empezaron a resaltar ideas, y como buen planificador empezó, bajo previas consultorías, a desarrollar una serie de proyectos que aún con la fuerte oposición de enemigos gratuitos, que se encuentran por todas partes sin misterios y con mentiras, quienes siempre se oponen al verdadero bienestar social y oponiéndose por consiguiente a la felicidad de la gente, así lo hacen para destruir.

Toda obra produce beneficios tanto económicos como sociales, o ambos, que es lo ideal, a corto o largo plazo, pero los producen y las empresas que tienen que ver con el folclor, el arte y la cultura también lo hacen, tanto con beneficios económicos por que a través de ellos incrementamos el turismo y otras actividades afines, como también con utilidades sociales porque refrescamos a nuestro pueblo con el mejoramiento de la educación, que es lo único que nos permitiría lograr una cultura de la paz, que una vez alcanzada, el progreso social marcharía  de su mano.

Entonces observaba cada cosa a mi lado, y me di cuenta que esta obra es un grande homenaje a la naturaleza como indicándonos a todos que la lucha comienza ya por la recuperación del medio ambiente, y por consiguiente por la recuperación de la vida con sus sanas costumbres para que nos permita retirarnos del odio, fruto del miedo y del desprecio. Decir la verdad no significa defender a nadie, es honrar lo bueno. A veces toca purgar penas por otros que mal entienden que el trabajo con visión de futuro es el que sirve, y sirve porque estará siempre al servicio de los demás…

Y seguí meditando, y vino a mi mente la idea que, lo que hacemos por el mundo, lo estamos haciendo para nosotros mismos y esta obra agradable y refrescante nos está invitando a construir un futuro sostenible sobre esta tierra, que se quiere acabar por la proliferación de tantas mentes insensatas en lo social, lo político y económico, que estoy seguro que una vez se quiten la camisa blanca en donde esconden la falsa humildad y vean los beneficios de estas obras, exclamarán en su interior después de un corto examen de consciencia: ¡qué bien!, Luis Alberto Monsalvo.

Personalmente admiro y respeto a los hombres de grandes ideas y éste, mi amigo, está en esa lista.

¡Dios le bendiga! Y le pido a Dios que le bendiga, porque una gran mayoría y muchos más, entienden que, usted es un hombre sano, y de los hombres sanos es de donde emanan las grandes ideas que desarrolladas harán del futuro un mejor hábitat.

Siento que la gobernación sigue siendo bien dirigida con la continuidad eficiente en el desarrollo y puesta en marcha de este tipo de obras.

Felicitaciones a la hoy gobernadora, muy querida, Elvia Milena. ¡Adelante! Usted entiende bien, que los humanos necesitamos de la naturaleza como don de Dios para preservar la vida; y este “Parque de la vida” parece haber sido ideado para que las enemistades de todo tipo pudieran fundirse en un solo abrazo de paz sin rencores.  Gran obra y gran organización de apertura…

Al final, antes de despuntar la tarde y con el asomo de la lluvia, miré hacia el cenit y terminé balbuciendo con una sensación tremenda de gratitud…, ¡caramba!, aún tenemos un pedazo de cielo sobre el Cesar.

Por: Fausto Cotes N.

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