Nuevamente nos imponen un paro armado que paraliza el transporte en las carreteras del país, genera temor y pánico en Colombia, el ELN no entiende que las nuevas generaciones no contemplan la vía armada como una forma legítima de lograr los cambios que requiere la sociedad, esa demencial idea de combinar todas las formas de lucha solo ha traído muerte, desgracia y enfrentamientos entre hermanos.
Hace un año el ELN sacudió al país con la bomba en la escuela de cadetes General Santander acabando con la vida de 22 jóvenes, considerando esto como un acto revolucionario, pero se equivocan, esto se suma a una lista de actos criminales en nombre de ideologías y extremismo armado liderado por septuagenarios que cierran los ojos ante los cambios en los último 20 años y sin comprender que sus métodos son además de anacrónicos, verdaderos actos terroristas.
Un paro armado no afecta al Estado en su más alto nivel, afecta a esos transportadores que recorren el país llevando su mercancía, afecta a los estudiantes de veredas y corregimientos que no van a clases como medida de seguridad, afecta a profesionales que deben trasladarse de un municipio a otro para trabajar o para ver a su familia, un paro armado es simplemente otra forma de ejercer violencia contra los colombiano inocentes.
La reflexión a la que debe conducir este tipo se situaciones no es otra distinta comprender la vulnerabilidad que nos encontramos por cuenta de un grupo armado que insiste en intimidar a la sociedad que termina siendo víctima de todo esto, colocando las lágrimas y los muertos.
Ante este tipo de amenazas se debe respaldar sin disimulo a las Fuerzas Militares y al Gobierno Nacional, la construcción de un país distinto requiere posiciones determinantes contra la agresión y provocación de grupos armados al margen de la ley, no se puede exigir al gobierno una silla para dialogar de paz si por el contrario se continúa maltratando a los ciudadanos.
El Catatumbo es una de las zonas más afectadas con este paro armado teniendo fuerte influencia en los municipios Ábrego, Convención, El Carmen, El Tarra, Hacarí, Ocaña, Teorama, San Calixto y Tibú todos en Norte de Santander departamento vecino del Cesar, por lo que la amenaza del paro armado se siente con gran magnitud en nuestro territorio que se ha convertido en los últimos años en un corredor para el tráfico de droga procedente de esa región en donde conviven varios grupos armados entre ellos el ELN.
El mundo está girando alrededor de otros intereses, el cambio climático, el reconocimiento de derechos a todos los ciudadanos, avanzar en mejores condiciones de salud y educación a los ciudadanos del mundo, pero Colombia no puede seguir anclada ante un grupo que solo ofrece un paro armado manteniéndose como un gran peligro para el pueblo.