Para escribir esto no vale suponer que los motivos son el no estar vacunado, pues sí, sí lo estoy, me aplicaron la primera dosis de Sinovac, pero de eso no se trata, el asunto es de números nacionales, es decir qué es lo que está pasando en el país, en el nuestro, en el cual numerosas personas han viajado a USA y otros países a vacunarse pues lo de aquí es incierto. Esto anda enredado, mucha gente lo percibe así y han actuado en consecuencia.
El futuro, no se sabe si malo, regular o bueno, va a depender del control a la covid-19 y eso no se logrará con medidas variopintas de gobernadores y alcaldes que no sé cómo hacen para inventar tanta regla confusa e ineficaz. La cuestión dependerá de algo que se ve muy lejano, casi inalcanzable y que es la llamada “inmunidad de rebaño” vía vacunación masiva. Dicen los que saben que hay que tratar al 70 % de la población para así declarar extinguida la pandemia. Eso es lo que nos dicen, y bueno, hay que creerlo. ¿Pero qué tan cerca estamos de ello ? Y lejos no es que estemos, estamos lejísimos y lo más preocupante es que los datos de vacunación lo que nos muestra es solo una cifra de 72.000 vacunados (las dos dosis) y pensemos que tenemos que llegar a 35.000.000 de colombianos. Este año no va a ser.
Y lo peor de todo es la perorata oficial, especialmente del Gobierno nacional, que cada 5 minutos nos recuerda sobre las millones de dosis compradas por un mecanismo con nombre de virus y a la larga quien nos tendió la mano fue a la que nos mostraron cómo la cenicienta: Sinovac.
No podemos tapar el sol con las manos, esto va mal, muy mal y es porque arrancamos mal. Ya lo decía este diario: “El gobierno colombiano no cerró acuerdos o preacuerdos con la prontitud de otros países de la región. Chile, Argentina, Costa Rica o México anunciaban firmas entre octubre y noviembre”.
Así las cosas, lo que resta es hablar, hablar y hablar para confundir, adormecer, engañar y evitar la desesperación colectiva produciendo decretos, copias de copias para que alcaldes y gobernadores escriban cada uno su novela de pico y cédula, la cédula y el pico, el pájaro picón picón, toques de queda y ley seca de nueve de la noche a tres de la mañana, que son las horas en que se duermen las borracheras.
A ese paso por supuesto que se nos fue el 2021 y el 2022. Y menciono como hechos indicadores a la Semana Santa en Popayán, las Ferias de Cali y Manizales, los carnavales en Barranquilla y el Festival Vallenato se vuelven a embolatar y si no queremos engañarnos depositemos las vestimentas con naftalina y preparémonos para el 2023.
Dicho esto, me percato que más de uno de los lectores no sabrá lo que es la naftalina y por solo curiosidad debieran averiguar qué es. Tiene que ver con viejo y guardado.
¡Qué desastre! Y mientras tanto Israel ya inició el cierre de los “Pabellones Covid”. Dios mío y cómo es que lo hicieron los israelitas y nosotros nada de nada o para ser más exactos, pocón, pocón.