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El país y la región, 34 años después

Para muchos el 18 de agosto debería establecerse como el día de la democracia en Colombia, todo ello en honor a la memoria del líder liberal, y dos veces candidato presidencial, Luis Carlos Galán Sarmiento, quien fue asesinado en esa fecha en el año de 1989. Además, fundador del Nuevo Liberalismo.

Son 34 años de ese trágico episodio de la historia política colombiana, pero, pese al paso del tiempo, la situación del país sigue enfrentando casi que los mismos problemas que el líder del Nuevo Liberalismo analizaba y prometía resolver.

Más de tres décadas después su discurso, sus ideas, continúa vigente en Colombia y sus regiones. Aquí en el departamento del Cesar se reflejan todos esos fenómenos políticos y sociales que Galán advertía en el país nacional, por ejemplo, cuando decía: “Colombia está dominada por una oligarquía política, que convirtió la administración del Estado en un botín que se reparte a pedazos“, solo es mirar la historia de los últimos 12 años en el territorio cesarense.

El Cesar y La Guajira, lo mismo que gran parte de la región Caribe, son territorios sometidos a muchas situaciones que están al margen del control institucional, víctimas de las falencias del Estado, otro punto particular en el que Galán hacía énfasis: “el fenómeno del narcotráfico es una de las amenazas más terribles que existen contra la libertad y la justicia en el mundo. Los que compran votos atropellan la libertad política y generan violencia“, espejo fiel de lo que se vive por aquí.

Irónicamente, 34 años después se podría decir que Colombia y la región viven exactamente la misma situación que describía Galán en cuanto a las expectativas políticas de la gente: “en estas nuevas circunstancias no podemos seguir viviendo como si fuéramos una nación a punto de perecer todos los días. Tantos problemas como los que padecemos, y tantas oportunidades como las que desperdiciamos nos obligan a cambiar. Cuarenta años de violencia casi continua, a veces volcánica, sanguinaria y generalizada (…) nos han enseñado que la intransigencia y el fanatismo solo conducen al dolor y la frustración“.

Ahí estaba presente la palabra cambio, término tan en boga por estos tiempos, pero que todavía no se materializa en hechos concretos y de grandes connotaciones para un pueblo que se mantiene expectante.

Por ello, hoy, como ayer, cobra vigencia el llamado del inmolado líder liberal: “la fuerza del pueblo está en la conciencia de sus derechos. En la conciencia de sus deberes. En la comprensión de que Colombia está iniciando otra época histórica, y que para que en verdad haya un salto cualitativo en la interpretación del país, en el conocimiento de sus realidades y posibilidades, todo colombiano tiene una tarea por cumplir. El más modesto de nuestros compatriotas, lo necesitamos en esta hora de cambio. En este momento sí que es claro que la patria está por encima de los partidos. Compañeros, el viaje continúa con la misma brújula, con el mismo destino, con una nave más grande“.

Vale recordar que el día de su muerte, su sucesor político César Gaviria, sin saber aún que en las siguientes 24 horas sería candidatizado a la presidencia por el hijo del inmolado en el Cementerio Central de Bogotá, estaba en Valledupar impaciente y en profundo silencio, sin poder viajar, por carencia de luz eléctrica en la pista del aeropuerto Alfonso López, este no disponía de operación nocturna.

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