Gustavo Gutiérrez Maestre, ‘El arquitecto de moda’, quien estuvo desde su niñez al lado de Diomedes Díaz, conociéndolo como la palma de su mano, vivió de cerca sus cantos, tristezas y alegrías las cuales caminaron a su lado como hermanas gemelas, haciendo posible que llegara a puerto seguro a través de la música vallenata.
Al ingresar por el laberinto donde aparece de frente el territorio de La Junta, La Guajira, tierra de ambos, casi no sabía por dónde empezar debido a que las historias se cruzaban en su memoria. “Mi compadre Diomedes me bautizó como ‘El arquitecto de moda’ y me saludó 15 veces en sus discos. Esas menciones de cariño las guardo como el mayor tesoro”.
Sin parar añadió: “El inicio de Diomedes no fue nada fácil porque era muy pobre, que no es deshonra, pero nunca se daba por vencido. Era terco, decidido y por eso alcanzaba objetivo. Por eso llegó a la cumbre musical, algo trascendental en su vida artística”.
Poco a poco ‘El arquitecto de moda’, sacó a relucir todas esas batallas que el hijo de Rafael María Díaz y Elvira Maestre tuvo que librar, primero como compositor y después como cantante, hasta alcanzar los lugares de honor y ser indiscutiblemente el artista más admirado por su talento y carisma.
“En cualquier rincón suena una canción interpretada por Diomedes y eso no es gratuito. Se debe primero al respaldo de los hermanos López, quienes con su humildad lo acogieron en su conjunto, así fuera como recogedor de cables. Después le daban uno que otro chance para cantar”, dice muy convencido Gustavo Gutiérrez Maestre.
Grandes vivencias
Son tantos los detalles que tiene Gustavo Gutiérrez Maestre, al referirse a su compadre Diomedes, a quien le bautizó a su hijo ‘El gran Martín Elías’, pidiendo tomarse un tiempo considerable para anotar y leer, dejando en su camino una que otra lágrima y un par de sonrisas. “Ese era mi compadre que hacía llorar y reír sin casi uno darse cuenta”.
1.- “A mi compadre Diomedes no lo conocí, nos criamos en La Junta, ya que su papá, Rafael María, trabajaba en una de las fincas de mi papá Gabriel Gutiérrez Lacouture. A él le daba mucha alegría cuando llegaba de vacaciones. Estudiaba en la Universidad Javeriana de Bogotá. En el pueblo, teníamos un conjunto que integraban mi hermano Luis Gabriel Gutiérrez, Martín Maestre, Luis Alfredo Sierra, Ricaurte José ‘El Kate’ Martínez y José Eduardo ‘Piyayo’ Mendoza. Ahí fue donde Diomedes hizo sus pininos como cantante y lo bautizaron como ‘El chivatico’. Así le dijeron por mucho tiempo”.
2.- “En esa época en el pueblo no había luz, y mi casa era la única donde se tenía un motor de energía. Los niños y jóvenes llegaban a ver televisión. Diomedes se asomaba y veía distintos programas. Una vez observó a un actor vestido con chaqueta y un jean. En una ocasión le pidió a mi hermano Luis Gabriel Gutiérrez que le regalara un vestido de esos. Efectivamente se lo trajo y un 19 de marzo, fiesta de San José, se lo puso para una parranda y era tanto el calor que le dio la pálida y tocó ayudarlo”.
3.- “Gabriel García Márquez supo que Diomedes estaba en Cartagena, y en el mismo hotel, queriéndolo saludar. Le mandó un recado para que llegara al comedor y Diomedes no quiso bajar porque Gabo era un soberano personaje. ‘Qué puedo hablar con el Premio Nobel de Literatura, ese hombre es de una altura intelectual impresionante’, fue su argumento”.
4.- “Diomedes un día me llamó para que le construyera una casa de dos pisos en el caserío de Carrizal, y de ahí no lo sacó nadie. Se hizo tal como la quiso. Eso fue una maravilla, la única casa de dos pisos en ese entonces. Diomedes estuvo allá por temporadas”.
5.- “Diomedes cuando estuvo detenido en la Escuela de Guardianes del Inpec en Funza, Cundinamarca, no quería la comida de allá porque pensaba que lo iban a envenenar. Solo compraba papas en bolsa y gaseosa. Por eso su amigo, el periodista Jaime Araújo Cuello, durante el tiempo que estuvo recluido se encargó de llevarle su comida, preferencialmente. Era arroz con fideo, carne molida y plátano”.
6.- “La última vez que vi a mi compadre fue en la finca ‘Las nubes’. Recordamos viejos tiempos, especialmente a los que conformamos el famoso Comité de Amigos, que nos encargábamos de organizar en Valledupar los lanzamientos de sus discos y de acompañarlo en todas sus presentaciones”.
“Como Diomedes no hay otro”…
Gustavo Gutiérrez Maestre se quedó con su carga de añoranzas de Diomedes, ese mismo que se enamoró perdidamente de la música vallenata, hasta el punto de darle el máximo valor. Por eso cuando suena una de sus canciones se siente que su nombre se quedó atrapado en el tiempo, donde los instantes se hacen eternos. La razón es clara y precisa. “Como Diomedes no hay otro, eso nunca nacería, y si nace no se cría, y si se cría se vuelve loco”.
Diomedes Díaz murió el 22 de diciembre de 2013, dejando un legado inigualable y siendo recordado entre los grandes exponentes de la música vallenata. Además, porque en sus cantos relató gran parte de su vida, como la aparición de su primera cana, la veneración a la Virgen del Carmen y el intento de alzar el vuelo como hace el cóndor, para irse bien lejos donde nadie supiera del papá de Rafael Santos. Además, muy convencido entregó una llamativa frase. “Yo no sé cómo se paga este gesto tan bonito. Quiero repartir mi alma dándoles a todos un poquito”.
Por Juan Rincón Vanegas
@juanrinconv