Potentes sistemas de inteligencia artificial (IA) anunciaron lo que ya otros habían vaticinado, incluso con más detalles que el de una IA hoy día. En el campo del arte ha hecho parte de numerosas composiciones musicales.
Julio Oñate nunca imaginaría que su creación permanecería más viva que nunca. El “alerta alerta vallenato, mira que ahí viene La Guajira” es un grito al hombre y la mujer del futuro. Julio no necesitaría los más poderosos chips de procesamiento del futuro para procesar las altisonantes señales de destrucción de hábitats y de los últimos refugios de uno de los ecosistemas más resilientes del planeta: el bosque seco tropical. Tampoco necesitaría un sofisticado análisis de big data para hallar tendencias apocalípticas del fin del mundo.
Nació al conocimiento enciclopédico en 1977, pero ya mucho antes se había gestado en su creador. No necesitó, muchas décadas después, ni de la súpercomputadora Big Think en Australia, ni del súper ordenador Frontier de Hewlett Packard Enterprise (HPE), mucho menos de la más potente IA generativa de OpenAI (y menciono esta por ser la que más rápida popularidad ganó). Con muy pocos datos de entrada, un raciocinio impecable, capaz de conectar variables, profetizó la amenaza para el mundo, emplazada exegéticamente en aquella canción que ha soportado y soportará la indomable hermeneútica del tiempo.
Ahí donde nadie mira, ahí donde hay un sufrimiento, donde hay una emoción, ahí nace una auténtica criatura. Se alimenta de la emocionalidad de su creador. En esos recónditos lugares no penetra ni encaja la IA. Ahí se funden el alma y la eternidad. Ese estado preternatural está años luz más allá de la capacidad de las más poderosas computadoras cuánticas y de los discretos centros de datos dispersos a nivel mundial.
Un poco antes, en 1962, Rachel Carson en Estados Unidos publicaba su libro ‘La Primavera Silenciosa’, exponiendo los efectos devastadores de los pesticidas y, en general, de los agroquímicos en los ecosistemas.
Vale la pena mencionar otro estudio decisivo, 10 años después, publicado por el Club de Roma y denominado ‘Los Límites del Crecimiento’, también conocido como el Informe Meadows, un poco más sofisticado en el análisis de variables que emplea para alertar a la humanidad que, si el modelo de desarrollo económico y poblacional de aquel entonces continuaban, el agotamiento de los recursos naturales, hoy mejormente llamados bienes y servicios ambientales, sería inminente. 50 años después, han cambiado muchas prácticas de gestión ambiental, pero hoy es más agresivo el modelo de desarrollo económico, haciendo incipientes sus avances.
Los anteriores fueron tres grandes e ingeniosos llamados de atención, que en promedio los tenemos hace cinco décadas atrás. Desde ese momento, las alarmas desde diferentes aristas de la geografía mundial y sectores de la sociedad se han encendido incesantemente. No obstante, el mundo hoy se maravilla ante la aparición de la IA. Hoy científicos del MIT utilizando la computadora más potente de Australia profetizan lo que otros ya han vaticinado: un cambio profundo en la forma cómo la sociedad y su flujo de materiales y energía se concibe hoy, proyectada para entre los años 2040 y 2050.
Hoy la ciencia cuenta con poderosas súpercomputadoras que permiten el análisis de cantidades inimaginables de información en busca de patrones matemáticos con los cuales se pueden construir modelos y predecir tendencias, creando escenarios hipotéticos donde se permiten modificar variables claves o críticas, identificando los escenarios más racionales y alertar a gobiernos a crear políticas públicas eficaces. A algunos les parecen irrisorias y absurdas las predicciones realizadas décadas atrás. No obstante, valeroso la forma cómo lo hicieron, incluso con recursos tecnológicos limitados. En unas décadas más, las predicciones realizadas hoy serán objeto de estudio, incluso de descrédito.
¿Cómo grandes científicos y académicos hallaron fórmulas de comportamiento físico, matemático y cuántico del universo a partir de elucubraciones mentales? ¿Será que la más potente IA puede obtener nuevas fórmulas a partir del entrenamiento con el “sistema de pensamiento” de científicos del pasado plasmado en libros? Así es la realidad de la IA: alimentarse de todo el conocimiento creado por inteligencias humanas. Es la colectividad de la inteligencia humana mundial el éxito de la más potente IA. Y que bueno que ahora venga la IA a decirle al mundo lo que muchos ya habían predecido, pero con la novedad que ahora lo hicieron fuertes algoritmos sin la intervención humana. ¡Claro! Nosotros les enseñamos.
Por Erlin David Carpio Vega.