Encontrar hombres y mujeres de buena voluntad entre la mies del mundo,
al servicio de los demás, lo había concebido el día 2 de octubre de 1928, en un momento especial, el sacerdote diocesano español, José María Escriva de Balaguer y Albas. Quién hoy día es santo de la Iglesia Católica. Y su obra, como también se la nombra, oficialmente se denomina, Prelatura Personal de la Santa Cruz y del Opus Dei.
Hacia la década de los años 50 del pasado siglo, yo cursaba estudios de Derecho en la Facultad de Jurisprudencia del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, en Bogotá, y un caro amigo mío, asociado a ese Instituto, creyéndome hombre de buena voluntad, me vinculó a sus círculos de formación.
En el mes de agosto del año 2003, invité a aquel amigo, Álvaro Mendoza Ramírez, quien era el rector de la Universidad de La Sabana, para que me acompañara a Valledupar, con el propósito de convidar a un grupo de personas que quisieran recibir una formación religiosa pertinente. Un buen número nos reunimos en mi casa y en esta continuamos haciéndolo periódicamente. Ahora no observo a ninguno de aquellos. Años después, quizá hará una década, o algo más, me propuse conseguir la amistad de Rodolfo Campo Soto para la Obra, a la sazón director del Incoder. Mi paciencia e insistencia fueron allanando el camino y aclarando sus incertidumbres iniciales, y he aquí el segundo miembro de la Obra en Valledupar. Después de él han ingresado varios. Y también mujeres.
A Rodolfo, inteligente, organizado, metódico, versado en el trato con los hombres, poco a poco le fui delegando funciones, propias de las actividades de la Obra en Valledupar, las reuniones aquí, los retiros espirituales en Pueblo Bello, todo lo cual me hace permanecer tranquilo en mi necesario desprendimiento de la vida.
Desde hace unos 4 años, los sacerdotes e instructores, que nos visitan todos los meses y que desde el año 2003, mi esposa Josefina y yo, con tanto gusto los hospedábamos en nuestra casa, hoy día con igual cariño los acoge Rodolfo y su familia.
Quiero recordar a sacerdotes y laicos quienes a lo largo de este cuarto de siglo se han preocupado por venir a Valledupar a instruir en la Obra de Dios, los primeros; padre Giovanny, por entonces párroco diocesano de Aracataca, incorporado en la Sociedad Sacerdotal de La Santa Cruz del Opus Dei; sacerdotes del Opus Dei, Eduardo Arango (q.e.p.d), Juan de Dios, don Juaquín (de la Comisión de la Obra), Jorge Mario Posada, Monseñor Ugo Pucini Banfi; el padre Javier Abad Gómez, durante los 10 últimos años. Laicos, Rafael Hoyos, Arturo Sánchez, Germán Murcia.
El padre Javier, mi compañero de edad, la noche del 4 de junio cursante, en el Salón Cañahuate del Club Social Valledupar, rodeado por una grande concurrencia, presentó su libro, María, la obra maestra de Dios. Luego le brindamos una magnífica cena en el comedor del club, para testimoniarle nuestro afecto y agradecerle su labor en Valledupar, y despedirlo, pues lo remplaza el sacerdote Lope Carvajal, y en cuyo acto el doctor Rodolfo pronunció unas afectuosas palabras a propósito. Dios guarde al padre Javier. rodrigolopezbarros@hotmail.com
Rodrigo López Barros