Valiéndose de la poca capacidad de la banca nacional para cubrir las necesidades financieras de los estratos más bajos, los préstamos conocidos como ‘gota a gota’ o ‘cobradiario’ son un negocio que se ha mantenido consolidado en el Cesar. Basta con recorrer algunos barrios de la capital del departamento para evidenciar cómo motocicletas se acercan a las casas con un mazo de tarjetas para cobrar.
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No obstante, la actividad económica, aparentemente, efectiva para algún sector de la sociedad por la obtención del dinero rápido, sin garantías ni avales, suele ser muy peligrosa por traer consigo varios delitos, entre esos la usura.
Los propietarios del negocio comúnmente prestan el dinero a los usuarios con una tasa de interés del 20 % mensual, una cifra bastante alta si se tiene en cuenta que la tasa de usura certificada para el mes de noviembre por la Superintendencia Financiera de Colombia está en 26,76 % efectivo anual para la modalidad de crédito de consumo y ordinario.
Los clientes muchas veces son los pequeños comerciantes, los microempresarios, los vendedores ambulantes, los conductores de servicio público, los estilistas, el tendero, entre otras personas que suelen ganarse la vida con un trabajo cuyos ingresos son diarios.
“El comerciante necesita siempre algunos elementos para desarrollar su actividad, lo primero es una estructura de negocio; segundo, tener algún conocimiento; tercero, el mercado y; cuarto, el recurso económico. Este último, cuando no lo tiene recurre a los préstamos que llaman ‘gota gota’. Entonces se meten en ese mundo, pero resulta que los negocios legales que den dinero para pagar extraordinarios niveles de intereses no existen, porque como consecuencia el comerciante que acude a esto termina quebrado, endeudado y en peligro”, manifestó Octavio Pico Malaver, director ejecutivo de Fenalco en el departamento.
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EL COBRO
El pago del dinero en efectivo debe ser diario con una cuota que varía de acuerdo al monto prestado, pero de no pagarse con puntualidad y rigurosidad el usuario se expone a ser presionado, muchas veces mediante la violencia.
Un ejemplo de ello es Helen Ávila, de 32 años, quien el pasado mes de febrero resultó herida con arma de fuego por un cobradiario, en el barrio Los Milagros, sur de Valledupar.
Para la época, la femenina contó a EL PILÓN, que el sujeto le disparó por no estar al día con la cuota del préstamo de $120.000. Asimismo fue atendida en el Hospital Rosario Pumarejo donde se pudo recuperar de una lesión en una pierna.
Pero no solo los clientes se exponen a ser ultrajados, los cobradores que transitan en motocicleta también son susceptibles a la violencia por ‘ajustes de cuentas’ o por ser objetos de robos, pues la delincuencia que los reconoce sabe que entre sus manos llevan cierta cantidad de dinero.
Durante lo corrido del año, cinco personas dedicadas al oficio de cobradiario, según los registros de la prensa fueron asesinadas en distintos municipios del departamento mientras laboraban.
El caso más reciente lo protagonizó Jhon Jairo García Casama, de 47 años, ultimado con arma de fuego el pasado lunes en Curumaní.
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García se desplazaba en motocicleta junto con su compañera sentimental a la altura de la calle 11 con carrera 6 del barrio Villa Andrés, momentos en que fue atacado a balazos.
Según las autoridades, ellos se dirigían a realizar un cobro en el citado barrio y fueron abordados por dos sujetos que sin mediar palabra dispararon.
Otras víctimas son Froilán Segundo Gómez Villadiego, asesinado en la puerta de una casa en la invasión La Esperanza de Chimichagua donde se disponía a cobrar; Edinson Tejada Solano, muerto a disparos al momento de laborar en el corregimiento La Aurora de Chiriguaná, y Jhonatan Álvarez Toncel, ultimado en zona rural de La Jagua de Ibirico por un robo.
En Valledupar la víctima fue Genicer David González Caballero, citado en la urbanización La Ceiba para ser atacado con arma de fuego.
“Algunos homicidios son por las exigencias que ellos hacen, también por deudas, ajustes de cuentas, tiene mucho que ver con estos aspectos”, dijo el coronel Jesús Manuel de los Reyes Valencia, comandante de la Policía Cesar.
Agregó que es por eso que en el marco de la actividad informal se generan investigaciones por otros delitos como homicidios y lesiones personales, entre otros.
“En algunos casos hay investigaciones que se llevan por usura y en otros por lesiones personales cuando hieren a la gente en la presión por el pago, entonces se tipifican esos delitos por la coacción que ellos hacen”, puntualizó de los Reyes Valencia.
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Sin embargo, hasta ahora durante lo corrido del 2020 el Departamento de Policía Cesar no ha registrado ni una captura por el delito de usura, informó la institución.
DIFÍCIL DE CONTROLAR
Según los conocedores del tema, el negocio de ‘gota a gota’ es difícil de controlar debido a que no solo se necesitaría una denuncia sino que los prestamistas no se formalizan ante ningún ente que los pueda controlar, pues precisamente tendrían que aplicar lo establecido en el país para esa actividad.
“No se tiene control porque es informal y nadie se registra en la superintendencia ni financiera ni de sociedades como un acto económico cuya actividad específica es prestar plata”, acotó Pico Malaver.
Así las cosas, tampoco pagan impuestos ni aportan a la economía en la región. “Son más los factores negativos en torno a la actividad que los positivos porque están ligados a una tasa que supera la usura, además no se sabe a ciencia cierta de dónde surgen esos recursos para los préstamos y facilita el lavado de activos”, aseveró Gabriel Campillo, economista.
Actualmente para afrontar este negocio informal y que la población no caiga en manos de los ‘gota a gota’ el gobierno departamental inauguró la estrategia Credicesar. El plan consiste en realizar préstamos desde $200.000 hasta $2 millones a comerciantes, vendedores y demás con una tasa de interés del 1,6 % y un plazo de hasta 36 meses para pagarlo.
POR: MARLLELYS SALINAS MERCADO / EL PILÓN
marllelys.salinas@elpilon.com.co