Distintos medios de comunicación del país destacaron esta semana la noticia sobre el hallazgo de un nuevo dinosaurio de cuello largo encontrado en la serranía de El Perijá, jurisdicción del municipio de La Paz, norte del departamento del Cesar.
El hallazgo fue gracias a una investigación de la Universidad del Norte, de Barranquilla, en asocio con la Fundación Fulbright, el Fondo Sam Welles y CONICET.
El informe revelado por la Universidad del Norte señala que un dinosaurio de tamaño mediano vivió en la Serranía del Perijá en el norte de Colombia hace aproximadamente 175 millones de años, según un nuevo estudio de un equipo internacional de investigadores publicado en el Journal of Vertebrate Paleontology.
La nueva especie es un dinosaurio herbívoro de cuello largo, cuya existencia ha sido corroborada por una sola vértebra que mide aproximadamente medio metro de alto y ancho y que tiene un patrón distintivo de puntales óseos.
La nueva especie de dinosaurio ha sido denominada Perijasaurus lapaz, en reconocimiento a la región montañosa donde fue encontrada y a los acuerdos de paz firmados en 2016 que permitió a los científicos continuar con su investigación décadas después de que se encontraran los restos fósiles en 1943.
Perijasaurus es el saurópodo que se ha encontrado más al norte en América del Sur y los científicos piensan que representa una fase temprana en la evolución de estos dinosaurios en Sudamérica.
“Este nuevo género y especie en el paleotrópico nos permite entender un poco más sobre el origen de los saurópodos en el Jurásico, así como también cómo prepararon el escenario para los posteriores saurópodos del Cretácico”, dijo Aldo Rincón Burbano, profesor del Departamento de Física y Geociencias de la Universidad del Norte y autor principal del estudio.
El fósil fue descubierto por primera vez en 1943 durante una campaña de mapeo geológico de la Tropical Oil Company. El espécimen fue llevado a las colecciones de la Universidad de California Berkeley y fue descrito preliminarmente en 1955.
Jeff Wilson Mantilla, curador de paleontología y profesor de la Universidad de Michigan, examinó el espécimen como estudiante de posgrado en 1997 y luego desarrolló un proyecto respaldado por la Fundación Fulbright para estudiar la evolución de los saurópodos en Colombia.
Como parte de ese proyecto, el espécimen fue prestado a la U-M, donde el jefe de preparación William Sanders eliminó los pegamentos y el yeso, lo que aumentó en gran medida la visibilidad de los detalles anatómicos y redujo el peso total de la muestra.
“Después de volver a preparar el fósil, pudimos visualizar mejor las delicadas láminas óseas que interconectan las partes salientes de la vértebra: la espina neural, las articulaciones intervertebrales, las articulaciones de las costillas. La arquitectura de esas conexiones proporciona información morfológica crítica que identifica a ese individuo como una nueva especie y lo ubica dentro del árbol genealógico de los saurópodos”, dijo Wilson Mantilla.
Un modelo 3D del espécimen está alojado en el Repositorio en línea de fósiles de la Universidad de Michigan (UMORF).
La información publicada hace énfasis de las dificultades para adelantar investigaciones en esa zona del país. “Un conflicto armado desde 1964 entre las fuerzas del gobierno y las la guerrilla de las FARC y otros grupos paramilitares hicieron insegura la realización de investigaciones en la Serranía del Perijá, cerca de la frontera entre Colombia y Venezuela, hasta los acuerdos de paz de 2016”.
Sin embargo, destaca que “desde entonces, el equipo de investigación ha estado trabajando para determinar con mayor precisión dónde fue encontrado el fósil. Una imagen de satélite de la región se superpuso a un mapa dibujado a mano en 1955 que muestra la ubicación del fósil”.
Dice también que “otra pista fue el sedimento extraído de la propia vértebra durante el proceso de preparación que permitió al equipo determinar la capa específica de la que se extrajo el hueso. El trabajo de campo en el sitio y localidades vecinas ayudó a reconstruir el paleoambiente que habitaba el dinosaurio”.
“Perijasaurus vivía en un ambiente de pendientes bajas asociado a un río y una zona boscosa. Encontramos arena fina y restos de hojas en el sedimento depositado en el área donde originalmente se encontró la vértebra, y es consistente con el sedimento dentro del arco neural de la vértebra, que solo se conservan cerca de una llanura aluvial, es decir, cerca de las laderas de un río, una zona boscosa”, dijo Daniel Raad, entonces estudiante de geología en la Universidad del Norte.
La mayoría de los descubrimientos de dinosaurios en América del Sur provienen de rocas del Período Cretácico ubicadas en Argentina y Brasil.
La presencia de dinosaurios en el norte de América del Sur es mucho más rara, particularmente durante los períodos Jurásico y Triásico, durante la radiación inicial de los dinosaurios, cuando las masas terrestres aún estaban sustancialmente interconectadas.
“Si bien el Perijasaurus está representado por una sola vértebra, esa región del esqueleto es la que brinda más información en los saurópodos, debido a una serie de láminas y otras estructuras”, dijo Martín Ezcurra, paleontólogo e investigador asociado del CONICET, Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina, y curador jefe de paleovertebrados en el Museo Argentino de Ciencias Naturales.
Los investigadores pudieron determinar las relaciones evolutivas de Perijasaurus a través de un análisis computacional centrado en los saurópodos del Jurásico temprano y medio. “Perijasaurus es parte de la radiación temprana de saurópodos, que incluye especies del sur de Sudamérica, África, Asia y Europa”, dijo Harold Jiménez Velandia, geólogo de la Universidad de Caldas.
Aldo Rincón Burbano, profesor de física y geociencias de la Universidad del Norte en Colombia recolecta muestras en la Serranía del Perijá en Colombia. Crédito de la foto: Jeff Wilson Mantilla, Universidad de Michigan.
“Lo que vemos en el Jurásico Inferior, tanto en latitudes altas como en las zonas más tropicales, es que las especies de saurópodos estaban interconectadas evolutivamente y geográficamente, algo que también se había visto con otros grupos de dinosaurios carnívoros y herbívoros”, dijo Ezcurra.
La presencia de Perijasaurus en los paleotrópicos de América del Sur, junto con su estrecha relación filogenética con especies geográficamente extendidas que habitaban latitudes bajas, sugiere que los saurópodos se diversificaron y dispersaron con bastante rapidez tras un gran evento anóxico a finales del Jurásico Inferior, cuando porciones de los océanos se quedaron sin oxígeno en grandes áreas geográficas.
Los saurópodos son los animales más grandes que han caminado sobre la tierra, algunos alcanzan longitudes estimadas de 49 metros y pesos de hasta 57 toneladas métricas. Su capacidad para soportar su peso y mover sus cuerpos de manera eficiente proviene de una serie de adaptaciones para reducir el peso y aumentar el soporte óseo.
Un sello anatómico de los saurópodos avanzados como Apatosaurus y Camarasaurus es la neumatización de la vértebras y costillas. Esencialmente, las extensiones del sistema de sacos de aire de los pulmones se extienden hacia la columna vertebral y en realidad eliminan el hueso interno, aligerando efectivamente el esqueleto.
“Antes del Jurásico tardío, los saurópodos habían desarrollado vértebras altamente neumáticas plagadas de espacios de aire que eliminaban entre la mitad y las tres cuartas partes del peso del hueso. Perijasaurus representa un antecedente evolutivo en el que las invasiones neumáticas son mucho más simples y limitadas en extensión, eliminando menos de una cuarta parte del volumen óseo”, dijo Wilson Mantilla, quien aseguró que el equipo continuará enfocándose en las regiones de Colombia que tienen exposiciones de sedimentos jurásicos.
“Colombia se perfila como un país con gran potencial para contribuir a la paleontología del continente y del mundo”, dijo. El Perijasaurus es almacenado permanentemente en el Museo de Paleontología de la Universidad de California en Berkeley, California. Réplicas de la vértebra están alojados en la Universidad de Michigan, la Universidad del Norte, y el Servicio Geológico de Colombia.
REDACCIÓN/EL PILÓN