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El mundo de Diomedes

Lo que sucede con Diomedes Díaz, el cantante más famoso que hasta el momento se conoce en el folclor vallenato, es un claro ejemplo de cómo un pueblo sin fronteras geográficas puede estar representado en un personaje que en este caso no se trata de una figura política, ni religiosa, científica, literaria, deportiva o de cualquier otra índole.

Es el mundo de Diomedes, que precisamente este jueves 22 de diciembre, fecha en la que se conmemoran nueve años de su partida, se ratifica una vez más que su figura sigue vigente e incide en el sentir de un pueblo que ya no solo es Valledupar y La Guajira, es un sentimiento que traspasa todas las líneas fronterizas, pero cuyo epicentro es la Capital Mundial del Vallenato.

El país vallenato, como en su momento lo llamó Aníbal Martínez Zuleta, está representado en diversos aspectos, pero sin duda alguna el sello propio se lo pone nuestra música y las distintas expresiones culturales, pero con mayor fuerza es ese universo imaginario que se creó alrededor de la figura de un artista como Diomedes Díaz, quien ya dejó de ser un personaje con naturaleza individual para convertirse en la impronta de una idiosincrasia única: el sentimiento generalizado de una población.

Los medios de comunicación son los instrumentos que recogen el sentir de las comunidades, y a ellas se deben, por ello el tema de Diomedes amerita estas líneas de reflexión sobre todo aquello que él encarna y la connotación que pueda tener más allá de lo musical, desde el punto vista social, turístico, económico, cultural y demás factores que podrían llegar a mover una economía local. Allí hay un conjunto de elementos que bien aprovechados por la institucionalidad, en articulación con el sector privado, servirían para explorar procesos capaces de generar bienestar a la gente y desarrollo de una ciudad como Valledupar.

Hablar de Diomedes en cualquier parte del mundo es evocar de manera instantánea la imagen de Valledupar y su folclor, ya eso es una sociedad intrínseca que se ha dado de manera natural, sin que nadie se lo propusiera, y en el plano local permanentemente se vive una especie de expectativa sobre todo lo que se diga o suceda alrededor de ese legado folclórico que dejó ‘El Cacique de La Junta’, esas serían razones suficientes para canalizar esos intereses colectivos y encausarlos en pro de resultados positivos para nuestra gente.

Es hora de que ese mágico mundo de Diomedes evolucione y no se quede como un simple tema de farándula y folclor criollo, esos dones potenciales con los que la naturaleza premió a nuestra región deben ser valorados en su justa dimensión. Es cuestión de creatividad, emprendimiento y visión empresarial.

En ese sentido, en Valledupar ya existen unos inicios como los proyectos de La Casa en el Aire, el Centro Cultural de la Música Vallenata, entre otros que permiten pensar en grande, con la misma grandeza artística que caracterizó a Diomedes Díaz.

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