“Desde la cárcel o en libertad, tengo un designio de vida:
quitarme la infamia de encima”
Álvaro Uribe Vélez
En su famoso poema infantil, José Goytisolo retrata el “mundo al revés”, el de “un príncipe malo y un pirata honrado”; un mundo como en el que está inmersa Colombia; el de “los pájaros tirándoles a las escopetas”.
Al terrorista fariano, a quien su ceguera no le impidió fugarse, la Fiscalía lo captura con fines de extradición por narcotráfico después de la firma del Acuerdo, la Corte Suprema lo entrega a la JEP, que lo deja libre, la Fiscalía lo recaptura y la Corte lo vuelve a dejar libre, hasta que… se les voló.
Al expresidente que persiguió a las Farc y casi logra limpiar a Colombia de cultivos ilícitos, la misma Corte lo indaga por “fraude procesal y soborno en concurso homogéneo y sucesivo”, algo que suena a que Álvaro Uribe no ha dedicado su vida a servirle a Colombia, sino a burlar la justicia.
¿Por qué el encausamiento al expresidente, inédito en nuestra historia republicana? Porque en 2012, un senador de izquierda, afecto a las Farc y al sátrapa vecino, le orquestó un debate por vínculos con paramilitares, plagado de testimonios con la credibilidad de unos criminales a los que Uribe mandó a la cárcel o extraditó después de una negociación sin impunidad.
En su propósito obsesivo contra Uribe, el senador recorrió cárceles aquí y allá, recogiendo sus dudosas versiones. El expresidente lo demanda ante la Corte Suprema y, sorpresivamente, termina demandado. Es la estrategia de las narrativas perversas de la izquierda -Uribe paramilitar- llevadas a causas judiciales, para convertir víctima en victimarios y a sus narrativas en verdad judicial e historia formal.
El mundo al revés de un gobierno que inventa chuzadas para robarle la presidencia a su oponente sin que nada pase, y una Corte que cierra los ojos ante evidentes chuzadas ilegales para usarlas como prueba “legal” contra Uribe.
El mundo al revés de un periodista, obsesionado como el Senador, a quien la sociedad alelada le hace “vaca” y le perdona, no solo su sospechoso acceso a “filtraciones” judiciales, sino el atrevimiento de distorsionarlas, entregarla a sus lectores y bañarse las manos, como si nada.
El mundo en que la Corte Suprema de 2011 inválida como prueba la información de los computadores de Reyes; la misma del señor Barceló, que acepta como prueba interceptaciones ilegales y testimonios de criminales con la credibilidad de quienes dicen y se desdicen al vaivén de beneficios y venganzas.
País desmemoriado y al revés, que olvidó la barbarie y hoy se embriaga con el Nobel de una paz vestida de impunidad y narcotráfico, mientras mira indiferente la tragedia judicial de quien ayer lo libró de terror y hoy lucha por quitarse la infamia de encima, por defender su bien más preciado: su honra.