Los vecinos de los barrios aledaños a la glorieta donde está ubicado el monumento a Los Poporos, denunciaron que viven en zozobra y angustiados porque el monte, las basuras y los borrachos los tienen azotados, especialmente los fines de semana, cuando se congrega el mayor número de personas a consumir licor.
Álvaro Buelvas, residente en la segunda etapa del barrio Garupal, indicó que tienen que vivir literalmente encerrados porque el sector se ha vuelto peligroso, ya que los lotes enmontados facilitan el accionar de la delincuencia.
“En este sector tenemos una problemática grave, porque desde hace varios años en este kiosco de la esquina prenden unos fogones de leña para hacer la comida y todo el humo y la ceniza se nos mete para las casas, lo que nos está afectando, y ni qué decir del monte y la cantidad de basuras que dejan en las calles, sobre todo los fines de semana”, dijo Álvaro Buelvas.
Los propietarios de varias viviendas ubicadas en los alrededores de Los Poporos, le dijeron a EL PILÓN que tienen las casas en arriendo porque no soportan los escándalos que forman en los establecimientos que venden licor todos los fines de semana, además de las basuras y los olores fétidos que quedan después de las parrandas.
“Además del humo, nos tenemos que aguantar todos los días que en horas de la noche llega mucha gente al kiosco que está en la esquina a consumir licor, drogas y hacer actividades obscenas, por eso le pedimos al Alcalde y a la Policía que tomen cartas en el asunto, porque esto por aquí está invivible”, manifestaron los afectados.
Moradores de la segunda etapa del barrio Garupal, ubicada frente al coliseo cubierto Julio Monsalvo Castilla, señalaron que limpiaron el área de cesión contigua a la avenida que conduce a la Casa de los Abuelos y no se llevaron las basuras, lo que ha generado unas montañas que impiden la visibilidad cuando crece la maleza y sirve como guarida de los drogadictos y delincuentes.
“Hacemos un llamado a quien corresponda para que limpien esa área de cesión y se lleven las basuras para evitar que se convierta eso en una montaña donde hay de todo. Por aquí no tenemos vida tranquila, vivimos en zozobra porque nos toca mantener las puertas cerradas para evitar ser presa de los ladrones”, explicó Buelvas.