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“El Mochongo”

Cuando fui Director de Tránsito en el primer gobierno de Lucas Gnecco, porque Luquita ha sido el único en la historia del Cesar que ha jonroneado dos veces, se presentó a mi despacho un Gestor para que lo conociera e informarme que era el representante del sector rural, que con eso se defendía y bla, bla, bla, yo casi no le paraba bolas, al que tenía cara de bobo pero sabía que era avispao, porque el cuento era el mismo, pero cuando me dijo que era conservador, godo hasta la cacha, ahí todo cambió y ya lo traté con mucha confianza y cariño fraternal, porque para esa época, para mí ser conservador, equivalía a ser hermano; hoy todo ha cambiado y ser liberal o conservador es igual, momentáneo y por intereses, porque político es sinónimo de corrupción y no de servicio, ratificado por ellos mismos, cuando para conseguir un fin hacen alianzas inverosímiles o convenios increíbles, “porque yo soy es político”, están con Dios hoy y mañana con el Diablo, eso no importa, es lo mismo, pero fíjense que los resultados no han sido buenos para esos “buenos políticos”.

Pasó el tiempo y nuevamente me visitó el Gestor y me dijo que necesitaba de mi ayuda, porque quería ser Concejal y mi colaboración era sino definitiva, si muy importante; concreta le dije y le agregué que estaba a la orden y entonces él me explicó que tenía una lista de más de 200 propietarios y conductores de carros y motos viejas del sector rural, muy viejos, que estaban ahorcados por impuestos e infracciones y que si lo ayudaba, él los comprometía con el voto para Alfredo a la Cámara y así fue, cayendo y corriendo como la iguana, todos los días le arreglaba 10 y él también cobraba por su trabajo y así salimos de todos los serranos, patillaleros, mineros, atanqueros, badilleros, de Guacoche, Guacochito, Los Corazones, el Alto, Las Raíces, El Jabo, que por primera vez ostentaban su paz y salvo legal y tenían su pase en regla, gracias a la intervención de su Gestor que no era otro que Wilber Hinojosa Arias, en ese momento un hombre poco conocido, pero que hoy después de elegidos, él como Concejal y Alfredo como Representante, se convirtió en el famoso y hoy ya legendario y desaparecido “El Mocho Hinojosa”, que fue Concejal de Valledupar las veces que le dio la gana, miembro de los Directorios Conservadores, Departamental y Municipal, también cuando quiso, voz era sonora e irreverente en el recinto del Concejo en donde se le escuchaba por su experiencia con mucha atención, dignidades que conseguía con amplias votaciones de electores que le seguían, porque su trabajo de 24 horas era servirles en todo lo que pudiera y visitarlos y departir con ellos con mucha frecuencia, parecía una perra en celo, siempre con un chorro de gente atrás.

Muy parecido a otros, que hoy en día, obtenida su pretensión electoral no lo vuelven a ver, porque “para eso gasté mi plata y no les debo nada”, esos son aves de corto vuelo y existencia efímera y creemos que ello no pasará con los actuales congresistas elegidos, quienes tienen la inmensa responsabilidad de reemplazar a una clase dirigente que de un momento a otro lo claro se les volvió oscuro e injustamente en su inmensa mayoría fueron condenados e inhabilitados para intervenir nuevamente en política.

Murió el Mocho Hinojosa, lo velamos, le rendimos homenajes y honores y lo enterramos en Patillal, tierra que orgullosa recibió para siempre los despojos de uno de sus más humildes hijos. Paz en su tumba “Mochongo”, como yo cariñosamente le decía, tus predios quedarán huérfanos y difícilmente encontrarán tu reemplazo.

Por José Manuel Aponte

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