Un día me conto mi papá, que mi abuela tenía un mochilón donde ella transportaba todo lo que le regalaban cuando salía a visitar.
Cierto día mi abuela llegó donde su compadre Chema y él le regaló un gajo de plátano, un gajo de guineo y unos palos de yuca.
Mi abuela salió de donde el compadre y luego fue a la casa de la prima Remijia, allí encontró que estaban haciendo una molienda y le regalaron un paquete de panela, cuatro raspaduras y un pote de miel de panela. Todo eso que le daban lo metía mi abuela en su mochilón.
Más tarde al llegar donde una de sus nueras, la recibieron con mucho agrado y le dijeron asombrados – ¡Uy, que mochilón tan grande! Y ella les contestó – Eso no es nada, ¡Aún le falta!, entonces ahí le regalaron unas ahuyamas y medio ciento de mazorcas para que al llegar a la casa hiciera los bollos de maíz fresco; y como si fuera poco, pasó por donde el vecino quien le recogió unos aguacates, mandarinas y algunos mangos; entonces ella al despedirse dice con tanto entusiasmo – ¡Me parece que me falta algo!
Pues lo que faltaba eran unos palos de leña que luego recogió en el camino para juntar el fogón y así hacer el sancocho con todo lo que trajo en su mochilón.
Por: Moisés Esteban Arias Mindiola – Institución Educativa Patillal