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El misterio del trapo rojo

Por un simple mensaje en redes sociales que anunciaba que, debido a la cuarentena por la pandemia del Coronavirus, la población vulnerable de Valledupar recibiría un paquete con alimentos, la ciudad se vistió de rojo. La razón del trapo colgado en las casas era, supuestamente, el único requisito para recibir los alimentos.

En un abrir y cerrar de ojos, medio Valledupar estaba adornado de trapos rojos, colgados en cualquier parte de las casas, donde aguardaban familias por un mercado.

El mensaje que circulaba en redes sociales y en grupos de WhatsApp era elocuente: “Pon un trapo rojo en la ventana o puerta de la casa y eso significa que necesitas ayuda y se te dará”.

Como la gente no puede salir a la calle, las llamadas y mensajes no se hicieron esperar porque hasta la esperanza había cambiado de color. Todos preguntaban el día y la hora de la respectiva entrega. Hubo casas donde además del trapo rojo, pusieron mensajes en cartones y cartulinas: “No tenemos comida, ayúdenos”. Mientras que, en otras casas, donde no habían conocido el mensaje, se escuchaban murmullos que se referían al Apocalipsis: “Esto parece apocalíptico, ver todas esas casas con trapos rojos”.

Nadie respondía las inquietudes de la comunidad que se aferró a ese anuncio como una esperanza para tener comida sin tener que salir de sus casas. Solo horas después, las autoridades desmintieron el mensaje y, de inmediato, todos bajaron el trapo rojo que entró nuevamente al cuarto del olvido.

Con este hecho se volvió a revivir aquel inolvidable Macondo donde hasta lo increíble era cierto, aunque esta vez Remedios, la bella, no subió al cielo envuelta en una sábana, pero si una habitante del barrio Altos de Pimienta quiso poner en la puerta de su casa la camiseta del equipo Junior de Barranquilla, debido a que no tenía más. Sus hijos le quitaron la idea porque se la podían robar.

Este episodio del trapo rojo, recuerdo que este color ha sido protagonista de muchos hechos como cuando llegaban algunas pestes, cuando las campañas políticas del partido liberal con Alfonso López Michelsen a la cabeza y el amor por los equipos Santa Fe de Bogotá o América de Cali, entre otras.

Consuelo araujonoguera, autora del libro léxicón del Valle del Cacique Upar.

Paseo por el Lexicón

Hoy es preciso “Jurujuniar” en el laberinto de las palabras del Lexicón del Valle del Cacique Upar, de la autoría de Consuelo Araujonoguera, para conocer palabras no tan conocidas que llegan como anillo al dedo.

Ahora, no hay que “Aguaitarse” ni a la puerta de la casa para después no “Amalayarse”.

Algunos pensaban que el Coronavirus era un “Arreñique” o sea novelería y nunca creyeron que podía ser un gran “Bolloban” con una “Catajarria” de víctimas en el mundo que se pudieron evitar. Ha sido todo un golpe fuerte o “Majapolazo”.

Hay que quedarse en la casa y no estar “Esgaritao” sin rumbo fijo o “Flequeteando” porque puede torcer la puerca el rabo.

Por eso el cuido debe ser general para que las bendiciones lleguen “A trochimoche”, en forma abundante, permanente y continua.

Calixto ochoa Campo, rey Vallenato
y autor de la canción ‘lirio rojo’.

“Yo tenía mi lirio rojo”

En la música vallenata el rojo ha tenido una gran trascendencia a través de muchas canciones como recientemente ‘La del vestido rojo’ de Iván Ovalle y ‘Pícara de labios rojos’ de Fabián Corrales, pero hay un tema que sigue sonando a través de los años de la autoría del Rey Vallenato Calixto Ochoa Campo. Se trata de ‘Libro rojo’.

Es la historia donde la protagonista fue Carmen LucilaMestre Gómez, una encantadora rubia con quien Calixto Ochoa se casó en la Iglesia La Concepción de Valledupar, y a quien conquistó con papelitos, detalles y cantos.

Calixto, quien fue obligado a casarse con la joven porque a escondidas se había escapado con ella, debido a sus giras que duraban mucho tiempo y ella permanecía sola en su casa ubicada en Aguas Blancas, corregimiento de Valledupar, sus padres Francisco Mestre Pumarejo y Ofelia Gómez Solano, optaron por ir a buscarla y llevarla al seno de su hogar.

Calixto al regresar no la encontró y pensó que lo había dejado. Con el dolor de amor a cuestas comenzó a componer la canción donde desplegó su desconsuelo y se acordó de aquel momento en que ante el altar se juraron vivir siempre juntos.

Yo tenía mi lirio rojo bien adornao

con una rosita blanca muy aparente,

pero se metió el verano y lo ha marchitao

por eso vivo llorando mi mala suerte.

Se marchitó mi lirio rojo y fue por culpa del verano

por eso estoy desconsolado al ver que me dejó tan solo.

La historia no fue color de rosas, sino que tuvo un desenlace que ninguno de los dos esperaba, porque en la plataforma del destino se escribió otra nota. Una nota triste rodeada de lágrimas y soledades.

La gran lección

La cadena de mensajes para colgar un trapo rojo en las fachadas de las casas, después se supo que pasó no solamente en la Capital Mundial del Vallenato, sino en casi toda la Costa Caribe, deja una gran lección de primero verificar las noticias que en las redes sociales se multiplican cada segundo en todos los rincones de la tierra.

Lo cierto es que si no se quedan en la casa en esta cuarentena sucederá como decían nuestras abuelas: “No habrá trapo pa’ la paría”.

Por Juan Rincón Vanegas @juanrinconv

Categories: Crónica
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