Me permito parodiar el título de la obra de nuestro nobel García Márquez, sobre la vida del libertador Simón Bolívar, publicada en 1989, para referirme a los líos que le ha tocado sortear al doctor Carlos Holmes Trujillo quien por disposición del presidente Duque, le tocó dejar la cartera de Relaciones Exteriores, para asumir la de Defensa en noviembre de 2019.
Al momento de su posesión, recibió una “papa caliente” puesto que, a fin de cuentas, los retos de la Cancillería no engendraban mayores complicaciones excepción hecha de los conflictos con Venezuela. Holmes Trujillo llega a esta cartera, en reemplazo de Guillermo Botero, quien renunció por el bombardeo ocurrido en el Caquetá contra las disidencias de las Farc, en el que murieron varios menores de edad, hecho que el ministro ocultó a la opinión pública, pero que de todas maneras se filtró gracias a que algunos de los sobrevivientes declararon sobre lo ocurrido, generándose un verdadero escándalo mediático.
Con posterioridad al citado hecho, ocurrió el asesinato del reincorporado Dimar Torres, en la vereda Campo Alegre del municipio de Convención (N. de Santander), perpetrado en circunstancias aún no esclarecidas y, que involucran a varios miembros del Ejército, estos dos hechos, pusieron a Botero en el ojo del huracán; y fueron, no solo el motivo de su renuncia, sino que constituyeron el legado recibido por su sucesor Carlos Holmes Trujillo.
Ya estando en funciones, al nuevo ministro le estalló el escándalo de la reactivación de incentivos a cambio de golpes en contra de la subversión, que involucró al recién ascendido y polémico general Nicacio Martínez, reeditándose una situación del pasado reciente, que degeneró en dolorosas ejecuciones extralegales, mal llamados falsos positivos, contra personas humildes y desempleadas, muertes que se quisieron hacer pasar cómo “ocurridas en combate”. Estos hechos fueron noticia de primera plana en el New York Time, dejando en la cuerda floja a la cúpula militar, y desde luego, al ministro de la defensa. Vino después el escándalo de las “chuzadas” y perfilamientos contra periodistas, políticos y sindicalistas.
Los resultados de las pesquisas están todavía en remojo, pero parece que van por buen camino. Seguidamente sucedió que, al parecer “por un descuido”, tres lanchas artilladas de la Armada Nacional de Colombia, fueron arrastradas hasta el río Orinoco, y halladas en territorio venezolano, donde se procedió a su incautación y apertura de las correspondientes investigaciones.
Luego de este “descuido” Holmes Trujillo, fue citado para que explicara al Congreso la presencia de tropas estadounidenses en nuestro suelo, sin el permiso del Senado de la República, proceder a todas luces contrario a la Constitución Política y, que compromete seriamente la soberanía nacional. Pero el último escándalo, se produjo recientemente con el frustrado ascenso del coronel Velásquez Parrado, quien aspiraba a ser nombrado General del Ejército, con investigaciones pendientes por los delitos de homicidio en persona protegida y falsedad en documento público (¿?). Dicho en otras palabras, al ministro Holmes Trujillo, le ha tocado bailar con la más fea, sin mencionar el hecho que en dos ocasiones ha estado en la baraja “del que diga Uribe”, pero no ha sido el ungido, siendo éste su principal laberinto.
Nota de cierre: Sentidas condolencias a María Esther Osorio, a sus hijos Érica, Silvia y Juan Carlos y demás familiares y amigos, por la inesperada desaparición de su esposo y padre, Hernando Orozco Crespo. ¡Paz en su tumba! darioarregoces@hotmail.com